La Biblia online2: Segundo libro de los reyes

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Segundo libro de los reyes

Segundo libro de los reyes (2 Re) 25 Capitulos



Auto: Desconocido, aunque atribuido a Jeremias
Tema: Leccion que ofrece la ruina de Israel y Judá
Palabras clave: Rey, casa, profeta




Segundo libro de los reyes capítulo 1
[1] Cuando murió Ajab, Moab se rebeló contra Israel. [2] En Samaría, Ocozías se cayó por el mirador, desde el piso de arriba, y quedó malherido. Entonces despachó unos mensajeros con este encargo: ---Id a consultar a Belcebú, dios de Ecrón, a ver si me sano de estas heridas. [3] Pero el ángel del Señor dijo a Elías, el tesbita: ---Anda, sal al encuentro de los mensajeros del rey de Samaría y diles: ¿Acaso no hay Dios en Israel, para que vayáis a consultar a Belcebú, dios de Ecrón? [4] Por eso, así dice el Señor: No te levantarás de la cama donde te has acostado. Morirás sin remedio. Elías se fue. [5] Los mensajeros se volvieron, y el rey les preguntó: ---¿Por qué habéis vuelto? [6] Le contestaron: ---Nos salió al encuentro un hombre y nos dijo que nos volviéramos al rey que nos había enviado, y que le dijéramos: Así dice el Señor: ¿Acaso no hay un Dios en Israel, para que mandes a consultar a Belcebú, dios de Ecrón? Por eso no te levantarás de la cama donde te has acostado. Morirás sin remedio. [7] El rey les preguntó: ---¿Cómo era el hombre que os salió al encuentro y os dijo eso? [8] Le contestaron: ---Era un hombre peludo y llevaba una piel ceñida con un cinto de cuero. El rey comentó: ---¡Elías, el tesbita! [9] Y despachó en su busca a un oficial con cincuenta hombres. Cuando subió éste en busca de Elías, lo encontró sentado en la cima del monte. El oficial le dijo: ---Profeta, el rey manda que bajes. [10] Elías respondió: ---Si soy un profeta, que caiga un rayo y te abrase a ti con tus hombres. Entonces cayó un rayo y abrasó al oficial y a sus hombres. [11] El rey mandó otro oficial con cincuenta hombres. Subió y le dijo: ---Profeta, el rey manda que bajes enseguida. [12] Elías respondió: ---Si soy un profeta, que caiga un rayo y te abrase a ti con tus hombres. Entonces cayó un rayo y abrasó al oficial y a sus hombres. [13] Por tercera vez mandó el rey un oficial con cincuenta hombres. Subió y, cuando llegó frente a Elías, se hincó de rodillas y le rogó: ---Profeta, te lo pido, respeta mi vida y la de estos cincuenta siervos tuyos. [14] Ya han caído rayos y han abrasado a los dos oficiales que vinieron antes y a sus hombres. Ahora respeta mi vida. [15] El ángel del Señor dijo entonces a Elías: ---Baja con él, no tengas miedo. Elías se levantó, bajó con él para presentarse al rey, [16] y al llegar le dijo: ---Así dice el Señor: Por haber mandado mensajeros a consultar a Belcebú, dios de Ecrón, como si en Israel no hubiese un Dios para consultar su oráculo, no te levantarás de la cama donde te has acostado. Morirás sin remedio. [17] El rey murió, conforme a la profecía de Elías, y Jorán, su hermano, le sucedió en el trono el año segundo del reinado de Jorán de Judá, hijo de Josafat; porque Ocozías no tenía hijos. [18] Para más datos sobre Ocozías, véanse los Anales del reino de Israel.
Segundo libro de los reyes capítulo 2
[1] Cuando el Señor iba a arrebatar a Elías al cielo en el torbellino, Elías y Eliseo se marcharon de Guilgal. [2] Elías dijo a Eliseo: ---Quédate aquí, porque el Señor me envía solo hasta Betel. Eliseo respondió: ---¡Vive el Señor!, ¡por tu vida, no te dejaré! Bajaron a Betel, [3] y la comunidad de profetas de Betel salió a recibir a Eliseo. Le dijeron: ---¿Ya sabes que el Señor te va a dejar hoy sin jefe y maestro? Él respondió: ---Claro que lo sé. ¡Callaos! [4] Elías dijo a Eliseo: ---Quédate aquí, porque el Señor me envía solo hasta Jericó. Eliseo respondió: ---¡Vive el Señor!, ¡por tu vida, no te dejaré! Llegaron a Jericó, [5] y la comunidad de profetas de Jericó se acercó a Eliseo y le dijeron: ---¿Ya sabes que el Señor te va a dejar hoy sin jefe y maestro? Él respondió: ---Claro que lo sé. ¡Callaos! [6] Elías dijo a Eliseo: ---Quédate aquí, porque el Señor me envía solo hasta el Jordán. Eliseo respondió: ---¡Vive el Señor!, ¡por tu vida, no te dejaré! Y los dos siguieron caminando. [7] También marcharon cincuenta hombres de la comunidad de profetas, y se pararon frente a ellos, a cierta distancia. Los dos se detuvieron junto al Jordán; [8] Elías tomó su manto, lo enrolló, golpeó el agua y el agua se dividió por medio, y así pasaron ambos a pie enjuto. [9] Mientras pasaban el río, dijo Elías a Eliseo: ---Pídeme lo que quieras antes de que me aparten de tu lado. Eliseo pidió: ---Déjame en herencia dos tercios de tu espíritu. [10] Elías comentó: ---¡No pides nada! Si logras verme cuando me aparten de tu lado, lo tendrás; si no me ves, no lo tendrás. [11] Mientras ellos seguían conversando por el camino, los separó un carro de fuego con caballos de fuego, y Elías subió al cielo en el torbellino. [12] Eliseo lo miraba y gritaba: ---¡Padre mío, padre mío, carro y auriga de Israel! Y ya no lo vio más. Entonces agarró su túnica y la rasgó en dos; [13] luego recogió el manto que se le había caído a Elías, se volvió y se detuvo a la orilla del Jordán, [14] y agarrando el manto de Elías, golpeó el agua, diciendo: ---¿Dónde está el Dios de Elías, dónde? Golpeó el agua, el agua se dividió por medio y Eliseo cruzó. [15] Al verlo los hermanos profetas que estaban enfrente, comentaron: ---¡Se ha posado sobre Eliseo el espíritu de Elías! Entonces fueron a su encuentro, se postraron ante él [16] y le dijeron: ---Aquí entre tus siervos tienes cincuenta valientes; déjalos ir a buscar a tu maestro. A lo mejor el Espíritu del Señor lo ha arrebatado y lo ha arrojado por algún monte o algún valle. Eliseo les dijo: ---No mandéis a nadie. [17] Pero como le insistieron hasta hartarlo, dijo: ---Que vayan. Ellos mandaron cincuenta hombres que lo buscaron durante tres días y no dieron con él. [18] Cuando volvieron a Eliseo, que se había quedado en Jericó, les dijo: ---¿No os decía que no fuerais? [19] Los habitantes de Jericó dijeron a Eliseo: ---El emplazamiento de la villa es bueno, como el señor puede ver. Pero el agua es malsana y hace abortar a las mujeres. [20] Eliseo contestó: ---Traedme un plato nuevo con sal. Cuando se lo llevaron, [21] fue al manantial, echó allí la sal y dijo: ---Así dice el Señor: Yo purifico estas aguas. Ya no saldrá de aquí muerte ni esterilidad. [22] Y el agua se volvió potable hasta el día de hoy, conforme a lo que dijo Eliseo. [23] Después subió de allí a Betel, y según subía por el camino salieron del poblado unos muchachos, que se burlaron de él: ---¡Sube, calvo! ¡Sube, calvo! [24] Eliseo se volvió, se les quedó mirando y los maldijo invocando al Señor. Entonces salieron de la espesura dos osas que despedazaron a cuarenta y dos de aquellos muchachos. [25] Eliseo marchó al monte Carmelo, y desde allí volvió luego a Samaría.
Segundo libro de los reyes capítulo 3
[1] Jorán, hijo de Ajab, subió al trono de Israel, en Samaría, el año dieciocho del reinado de Josafat de Judá. Reinó doce años. [2] Hizo lo que el Señor reprueba, aunque no tanto como sus padres, ya que retiró la piedra sagrada de Baal levantada por su padre. [3] Pero repitió a la letra los pecados que Jeroboán, hijo de Nabat, hizo cometer a Israel.[4] Mesá, rey de Moab, era ganadero y pagaba al rey de Israel un tributo de cien mil corderos y la lana de cien mil carneros. [5] Pero cuando murió Ajab, Mesá se rebeló contra Israel. [6] Entonces el rey Jorán salió de Samaría, pasó revista a todo Israel [7] y mandó este mensaje a Josafat de Judá: ---El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Quieres venir conmigo a luchar contra Moab? Respondió: ---Sí. Tú y yo, tu ejército y el mío, tu caballería y la mía somos uno. [8] Luego preguntó: ---¿Por qué camino subimos? Jorán respondió: ---Por el camino del páramo de Edom. [9] Así, el rey de Israel, el rey de Judá y el rey de Edom emprendieron la marcha. Pero después de un rodeo de siete días, faltó el agua para la tropa y para los animales de carga. [10] Entonces el rey de Israel exclamó: ---¡Ay, el Señor nos ha reunido a tres reyes para entregarnos en poder de Moab![11] Pero Josafat preguntó: ---¿No queda por ahí algún profeta para consultar al Señor? Uno de los oficiales del rey de Israel respondió: ---Ahí está Eliseo, hijo de Safat, el que derramaba agua sobre las manos de Elías. [12] Josafat comentó: ---¡La Palabra del Señor está con él! Entonces el rey de Israel, Josafat y el rey de Edom bajaron a ver a Eliseo,[13] pero Eliseo dijo al rey de Israel: ---¡Déjame en paz! ¡Vete a consultar a los profetas de tu padre y de tu madre! El rey de Israel repuso: ---Mira, es que el Señor nos ha reunido a tres reyes para entregarnos en poder de Moab. [14] Eliseo dijo entonces: ---¡Vive el Señor Todopoderoso, a quien sirvo! Si no fuera en consideración a Josafat de Judá, ni siquiera te miraría a la cara. [15] Pero, bueno, traedme un músico. Y mientras el músico tañía, vino sobre Eliseo la mano del Señor, [16] y dijo: [17] ---Así dice el Señor: Abrid zanjas por toda la vaguada. Porque así dice el Señor: No veréis viento, ni veréis lluvia, pero esta vaguada se llenará de agua y beberéis vosotros, vuestros ejércitos y vuestras bestias de carga. [18] Y por si esto fuera poco, el Señor os pondrá a Moab en las manos: [19] conquistaréis sus plazas fuertes, talaréis su mejor arbolado, cegaréis las fuentes y llenaréis de piedras los mejores campos. [20] En efecto, a la mañana siguiente, a la hora de la ofrenda, vino una riada de la parte de Edom, y se inundó de agua toda la zona. [21] Mientras tanto, los moabitas, sabiendo que los reyes iban a atacarlos, habían hecho una movilización general, desde los que estaban en edad militar para arriba, y se habían apostado en la frontera. [22] Madrugaron. El sol reverberaba sobre el agua, y al verla de lejos, roja como la sangre, los moabitas [23] exclamaron: ---¡Es sangre! Los reyes se han acuchillado, se han matado unos a otros. ¡Al saqueo, Moab! [24] Pero cuando llegaron al campamento de Israel, surgieron los israelitas y derrotaron a Moab, que huyó ante ellos. Los israelitas penetraron en territorio de Moab y lo devastaron: [25] demolieron las ciudades, cada uno tiró una piedra a los mejores campos hasta llenarlos, cegaron las fuentes y talaron los mejores árboles, hasta dejar sólo a Quir Jareset, a la que cercaron y atacaron los honderos. [26] Cuando el rey de Moab vio que llevaba las de perder, tomó consigo setecientos hombres armados de espada para abrirse paso hacia el rey de Siria, pero no pudo. [27] Entonces agarró a su hijo primogénito, el que debía reinar después de él, y lo ofreció en holocausto sobre la muralla. Y se levantó una oleada tal de indignación contra Israel que tuvo que retirarse y volver a su país.
Segundo libro de los reyes capítulo 4
[1] Una mujer, esposa de uno de la hermandad de profetas, suplicó a Eliseo: ---Mi marido, servidor tuyo, ha muerto. Y tú sabes que era hombre religioso. Pero ahora ha venido un acreedor para llevarse a mis dos hijos como esclavos. [2] Eliseo le dijo: ---¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Respondió ella: ---Todo lo que tu sierva tiene en casa es una botella de aceite. [3] Entonces Eliseo le dijo: ---Anda, pídele a tus vecinas vasijas vacías en abundancia. [4] Luego entra en casa, te cierras por dentro con tus hijos y vas echando aceite en todas las vasijas; según las llenas, las vas poniendo aparte. [5] La mujer se fue. Cuando se cerró por dentro con sus hijos, ellos le acercaron las vasijas y ella fue echando aceite. [6] Se llenaron todas, y pidió a uno de los hijos: ---Acércame otra. Él contestó: ---Ya no hay más. Entonces dejó de correr el aceite. [7] Ella fue a decírselo al hombre de Dios, y éste le dijo: ---Anda a vender el aceite, paga a tu acreedor y tú y tus hijos vivid de lo que sobre. [8] Un día pasó Eliseo por Sunán. Había allí una mujer rica que le obligó a comer en su casa; después, siempre que él pasaba, entraba allí a comer. [9] Un día dijo la mujer a su marido: ---Mira, ése que viene siempre por casa es un santo hombre de Dios. [10] Si te parece, le haremos en la azotea una pequeña habitación; le pondremos allí una cama, una mesa, una silla y un candil, y cuando venga a casa, podrá quedarse allí arriba. [11] Un día que Eliseo llegó a Sunán, subió a la habitación de la azotea y durmió allí. [12] Después dijo a su criado, Guejazí: ---Llama a la sunamita. La llamó y se presentó ante él. [13] Entonces Eliseo habló a Guejazí: ---Dile: Te has tomado todas estas molestias por nosotros. ¿Qué puedo hacer por ti? Si quieres alguna recomendación para el rey o el general... Ella dijo: ---Yo vivo con los míos. [14] Pero Eliseo insistió: ---¿Qué podríamos hacer por ella? Guejazí comentó: ---Qué sé yo. No tiene hijos y su marido es viejo. [15] Eliseo dijo: ---Llámala. La llamó. Ella se quedó junto a la puerta. [16] Eliseo le dijo: ---El año que viene por estas fechas abrazarás a un hijo. Ella respondió: ---Por favor, no, señor, no engañes a tu servidora. [17] Pero la mujer concibió, y dio a luz un hijo al año siguiente por aquellas fechas, como le había predicho Eliseo. [18] El niño creció. Un día fue adonde su padre, que estaba con los segadores, [19] y dijo a su padre: ---¡Me duele la cabeza! Su padre dijo a un criado: ---Llévalo a su madre. [20] El criado lo tomó y se lo llevó a su madre; ella lo tuvo en sus rodillas hasta el mediodía, y el niño murió. [21] Lo subió y lo acostó en la cama del hombre de Dios. Cerró la puerta y salió. [22] Llamó a su marido y le dijo: ---Haz el favor de mandarme un criado y una burra; voy a ir corriendo a ver al hombre de Dios y vuelvo enseguida. [23] Él le dijo: ---¿Por qué vas a ir hoy a visitarlo si no es luna nueva ni sábado? Pero ella respondió: ---Hasta luego. [24] Hizo aparejar la burra y ordenó al criado: ---Toma la rienda y anda. No aflojes la marcha si no te lo digo. [25] Marchó y llegó adonde estaba el hombre de Dios, en el monte Carmelo. Cuando Eliseo la vio venir, dijo a su criado Guejazí: [26] ---Allí viene la sunamita. Corre a su encuentro y pregúntale qué tal están ella, su marido y el niño. Ella respondió: ---Estamos bien. [27] Pero al llegar junto al hombre de Dios, en lo alto del monte, se abrazó a sus pies. Guejazí se acercó para apartarla, pero el hombre de Dios le dijo: ---Déjala, que está apenada, y el Señor me lo tenía oculto sin revelármelo. [28] Entonces la mujer dijo: ---¿Te pedí yo un hijo? ¡Te dije que no me ilusionaras! [29] Eliseo ordenó a Guejazí: ---Cíñete, toma mi bastón y ponte en camino; si encuentras a alguno no lo saludes y si te saluda alguno no le respondas. Coloca mi bastón sobre el rostro del niño. [30] Pero la madre exclamó: ---¡Vive el Señor!, ¡por tu vida, no te dejaré! Entonces Eliseo se levantó y la siguió. [31] Mientras tanto, Guejazí se había adelantado y había puesto el bastón sobre el rostro del niño, pero el niño no habló ni reaccionó. Guejazí volvió al encuentro de Eliseo y le comunicó: ---El niño no se ha despertado. [32] Eliseo entró en la casa y encontró al niño muerto tendido en su cama. [33] Entró, cerró la puerta y oró al Señor. [34] Luego subió a la cama y se echó sobre el niño, boca con boca, ojos con ojos, manos con manos; encogido sobre él, la carne del niño fue entrando en calor. [35] Entonces Eliseo se puso a pasear por la habitación, de acá para allá; subió de nuevo a la cama y se encogió sobre el niño, y así hasta siete veces; el niño estornudó y abrió los ojos. [36] Eliseo llamó a Guejazí, y le ordenó: ---Llama a la sunamita. La llamó, y cuando llegó, Eliseo le dijo: ---Toma a tu hijo. [37] Ella entró y se arrojó a sus pies, postrada en tierra. Luego tomó a su hijo y salió. [38] Cuando Eliseo volvió a Guilgal, se pasaba hambre en aquella región. La comunidad de profetas estaba sentada junto a él, y Eliseo ordenó a su criado: ---Pon la olla grande y cuece un caldo para la comunidad. [39] Uno de ellos salió al campo a recoger unas hierbas; encontró una especie de viña silvestre, de la que recogió los frutos salvajes hasta llenar el manto. Al llegar, las fue echando en el caldo sin saber lo que hacía. [40] Cuando sirvieron la comida a los hombres y probaron el caldo, gritaron: ---¡Hombre de Dios, esto sabe a veneno! Y no pudieron tragarlo. [41] Entonces Eliseo ordenó: ---Traedme harina. La echó en la olla, y dijo: ---Sirve a la gente, que coman. Y el caldo ya no sabía mal. [42] Uno de Baal-Salisá vino a traer al profeta el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja. Eliseo dijo: ---Dáselos a la gente, que coman. [43] El criado replicó: ---¿Qué hago yo con esto para cien personas? Eliseo insistió: ---Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará. [44] Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.
Segundo libro de los reyes capítulo 5
[1] Naamán, general del ejército del rey sirio, era un hombre que gozaba de la estima y del favor de su señor, porque por su medio el Señor había dado la victoria a Siria; pero estaba enfermo de la piel. [2] En una incursión, una banda de sirios llevó de Israel a una muchacha, que quedó como criada de la mujer de Naamán, [3] entonces ella dijo a su señora: ---Ojalá mi señor fuera a ver al profeta de Samaría; él lo libraría de su enfermedad. [4] Naamán fue a informar a su señor: ---La muchacha israelita ha dicho esto y esto.[5] El rey de Siria le dijo: ---Ven, que te doy una carta para el rey de Israel. Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de oro y diez trajes.[6] Presentó al rey de Israel la carta, que decía así: ---Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo libres de su enfermedad. [7] Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras, exclamando: ---¿Acaso soy yo un dios capaz de dar muerte o vida para que éste me encargue de librar a un hombre de su enfermedad? Fijaos bien y veréis cómo está buscando un pretexto contra mí. [8] Eliseo, el hombre de Dios, se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras, y le envió este recado: ---¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel. [9] Naamán llegó con sus caballos y su carro y se detuvo ante la puerta de Eliseo. [10] Eliseo mandó a uno a decirle: ---Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará limpia. [11] Naamán se enfadó y decidió irse, comentando: ---Yo me imaginaba que saldría en persona a verme y que, puesto en pie, invocaría al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad. [12] ¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, no valen más que toda el agua de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar limpio? Dio media vuelta y se marchaba furioso. [13] Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron: ---Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo harías. Cuánto más si lo que te prescribe para quedar limpio es simplemente que te bañes. [14] Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el hombre de Dios, y su carne quedó limpia, como la de un niño. [15] Volvió con su comitiva y se presentó al hombre de Dios, diciendo: ---Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra más que el de Israel. Acepta un regalo de tu servidor. [16] Eliseo contestó: ---¡Vive el Señor, a quien sirvo! No aceptaré nada. Y aunque le insistía, lo rehusó. [17] Naamán dijo: ---Entonces que a tu servidor le dejen llevar tierra, la carga de un par de mulas; porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses fuera del Señor. [18] Y que el Señor me perdone: si al entrar mi señor en el templo de Rimón para adorarlo se apoya en mi mano, y yo también me postro ante Rimón, que el Señor me perdone ese gesto.[19] Eliseo le dijo: ---Vete en paz. Naamán se marchó. Había caminado ya un buen trecho, [20] cuando Guejazí, criado del hombre de Dios, Eliseo, pensó: Mi amo ha sido demasiado generoso con ese sirio, Naamán, no aceptando nada de lo que ofrecía. ¡Vive el Señor! Voy a correr detrás para que me dé algo. [21] Guejazí siguió a Naamán, y cuando éste lo vio correr tras él, bajó de la carroza para ir a su encuentro y lo saludó. Guejazí respondió al saludo, [22] y dijo: ---Mi amo me manda a decirte que precisamente en este momento se le han presentado dos muchachos de la serranía de Efraín, de la comunidad de los profetas; que hagas el favor de darme para ellos tres arrobas de plata y dos mudas de ropa. [23] Naamán dijo: ---Ten la bondad de tomar el doble. Y le porfió, hasta que le metió en dos costales seis arrobas con dos mudas, que entregó a un par de esclavos para que se los llevasen. [24] Al llegar a la colina, Guejazí lo recogió todo, lo guardó en su casa y despidió a los hombres, que se marcharon. [25] Cuando se presentó a su amo, Eliseo le preguntó: ---Guejazí, ¿de dónde vienes? Respondió: ---No me he movido de aquí. [26] Eliseo le dijo: ---Mi pensamiento te seguía cuando aquel hombre se apeó de su carroza para ir a tu encuentro. ¿Es el momento de aceptar dinero y vestidos, olivares y viñas, ovejas y vacas, criados y criadas? [27] ¡Que la enfermedad de Naamán se te pegue a ti y a tus descendientes para siempre! Guejazí salió con la piel descolorida como nieve.
Segundo libro de los reyes capítulo 6
[1] La comunidad de profetas dijo a Eliseo: ---Mira, el sitio donde habitamos bajo tu dirección nos resulta pequeño. [2] Déjanos ir al Jordán, allí tomaremos cada uno un madero y haremos una habitación. Eliseo les dijo: ---Id. [3] Uno de ellos le pidió: ---Haz el favor de venir con nosotros. Eliseo respondió: ---Voy. [4] Y se fue con ellos. Cuando llegaron al Jordán, se pusieron a cortar ramas, [5] pero a uno, cuando estaba derribando un tronco, se le cayó al río el hierro del hacha, y gritó: ---¡Ay maestro, que era prestada! [6] El hombre de Dios preguntó: ---¿Dónde cayó? El otro le indicó el sitio. Eliseo cortó un palo, lo tiró allí y el hierro salió a flote. [7] Eliseo dijo: ---Sácalo. El otro alargó el brazo y lo agarró. [8] El rey de Siria estaba en guerra con Israel, y en un consejo de ministros determinó: Vamos a tender una emboscada en tal sitio. [9] Entonces el hombre de Dios mandó este recado al rey de Israel: ---Cuidado con pasar por tal sitio, porque los sirios están allí emboscados. [10] El rey de Israel envió a reconocer el sitio indicado por el hombre de Dios. Eliseo le avisaba y él tomaba precauciones. Y esto no una ni dos veces. [11] El rey de Siria se alarmó ante esto, convocó a sus ministros y les dijo: ---Decidme quién de los nuestros informa al rey de Israel. [12] Uno de los ministros respondió: ---No es eso, majestad. Eliseo, el profeta de Israel, es quien comunica a su rey las palabras que pronuncias en tu alcoba. [13] Entonces el rey ordenó: ---Id a ver dónde está, y enviaré a detenerlo. Le avisaron: ---Está en Dotán. [14] El rey mandó allá caballería y carros y un fuerte contingente de tropas. Llegaron de noche y cercaron la ciudad. [15] Cuando el hombre de Dios madrugó al día siguiente para salir, se encontró con que un ejército cercaba la ciudad con caballería y carros. El criado dijo a Eliseo: ---Maestro, ¿qué hacemos? [16] Eliseo respondió: ---No temas. Los que están con nosotros son más que ellos.[17] Luego rezó: ---Señor, ábrele los ojos para que vea. El Señor le abrió los ojos al criado y vio el monte lleno de caballería y carros de fuego en torno a Eliseo. [18] Cuando los sirios bajaron hacia él, Eliseo oró al Señor: ---¡Deslúmbralos! El Señor los deslumbró, como pedía Eliseo, [19] y éste les dijo: ---No es éste el camino ni es ésta la ciudad. Seguidme, yo os llevaré hasta el hombre que buscáis. Y se los llevó a Samaría. [20] Cuando ya habían entrado en Samaría, Eliseo rezó: ---Señor, ábreles los ojos para que vean. El Señor les abrió los ojos y vieron que estaban en mitad de Samaría. [21] El rey de Israel, al verlos, dijo a Eliseo: ---Padre, ¿los mato? [22] Respondió: ---No los mates. ¿Vas a matar a los que no has hecho prisioneros con tu espada y tu arco? Sírveles pan y agua, que coman y beban y se vuelvan a su amo. [23] El rey les preparó un gran banquete. Comieron y bebieron; luego los despidió y se volvieron a su amo. Las guerrillas sirias no volvieron a entrar en territorio israelita. [24] Más adelante, Ben-Adad, rey de Siria, movilizó todo su ejército y cercó Samaría. [25] Hubo un hambre terrible en Samaría. El asedio fue tan duro, que un asno llegó a valer ochocientos gramos de plata, y treinta gramos de algarroba cincuenta gramos de plata. [26] El rey de Israel pasaba por la muralla, y una mujer le gritó: ---¡Sálvanos, majestad! [27] Respondió el rey: ---Si no te salva Dios, ¿de dónde saco yo para salvarte? ¿De la panera o de la bodega? [28] ¿Qué te pasa? Ella respondió: ---Esta mujer me dijo: Trae tu hijo, que nos lo comamos hoy, y el mío nos lo comeremos mañana. [29] Cocimos a mi hijo y nos lo comimos; pero al otro día, cuando le pedí su hijo para comérnoslo, lo escondió. [30] Cuando el rey oyó lo que decía la mujer, se rasgó las vestiduras --pasaba por la muralla y la gente vio que llevaba un sayal pegado al cuerpo--, [31] y dijo: ---¡Que Dios me castigue si Eliseo, hijo de Safat, se queda hoy con la cabeza en su sitio! [32] Mientras tanto, Eliseo estaba sentado en su casa con los ancianos. El rey le envió un mensajero, pero antes de que llegara dijo Eliseo a los ancianos: ---¡Vais a ver cómo ese asesino ha mandado uno para cortarme la cabeza! Mirad: cuando llegue, atrancad la puerta y no lo dejéis pasar; detrás de él se oyen las pisadas de su señor. [33] Todavía estaba hablando, cuando apareció el rey, que bajó hacia él y le dijo: ---Esta desgracia nos la manda el Señor. ¿Qué puedo esperar de él?
Segundo libro de los reyes capítulo 7
[1] Eliseo respondió: ---Escucha la Palabra del Señor. Así dice el Señor: Mañana a estas horas siete litros de flor de harina valdrán diez gramos, y catorce litros de cebada diez gramos en el mercado de Samaría. [2] El escudero del rey, en cuyo brazo se apoyaba el soberano, le replicó: ---Suponiendo que el Señor abriese las compuertas del cielo, ¿se cumpliría esa profecía? Eliseo le respondió: ---¡Lo verás, pero no lo catarás! [3] Junto a la entrada de la ciudad había cuatro leprosos. Y se dijeron: ¿Qué hacemos aquí esperando la muerte? [4] Si nos decidimos a entrar en la ciudad, moriremos dentro, porque aprieta el hambre; y si nos quedamos aquí, moriremos lo mismo. ¡Venga, vamos a pasarnos a los sirios! Si nos dejan con vida, viviremos; y si nos matan, moriremos. [5] Al oscurecer se pusieron en camino hacia el campamento sirio. Llegaron a las avanzadas del campamento, y... ¡allí no había nadie! [6] Es que el Señor había hecho oír al ejército sirio un fragor de carros y caballos, el fragor de un ejército poderoso, y se habían dicho unos a otros: ¡El rey de Israel ha pagado a los reyes hititas y a los egipcios para atacarnos! [7] Y así, al oscurecer, abandonando tiendas, caballos, burros y el campamento tal como estaba, emprendieron la fuga para salvar la vida. [8] Los leprosos llegaron a las avanzadas del campamento; entraron en una tienda, comieron y bebieron; se llevaron plata, oro y ropa, y fueron a esconderlo. Luego volvieron, entraron en otra tienda, se llevaron más cosas de allí y fueron a esconderlas. [9] Pero comentaron: Estamos haciendo algo que no está bien. Hoy es un día de alegría. Si nos callamos y esperamos a que amanezca, resultaremos culpables. Venga, vamos a palacio a avisar. [10] Al llegar, llamaron a los centinelas de la ciudad y les informaron: ---Hemos ido al campamento sirio, y allí no hay nadie ni se oye a nadie; sólo caballos atados, burros atados y las tiendas tal como estaban. [11] Los centinelas gritaron, transmitiendo la noticia al interior de palacio. [12] El rey se levantó de noche y comentó con sus ministros: ---Voy a decirles lo que nos han organizado los sirios: como saben que pasamos hambre se han ido del campamento a esconderse en descampado, pensando que cuando salgamos nos apresarán vivos y entrarán en la ciudad. [13] Entonces uno de los ministros propuso: ---Cojamos cinco caballos de los que quedan en la ciudad, y los mandamos a ver qué pasa; total, si se salvan, serán como la tropa que todavía vive; si mueren, serán como los que ya han muerto. [14] Eligieron dos jinetes, y el rey les mandó seguir al ejército sirio, diciendo: ---Id a ver qué pasa. [15] Ellos los siguieron hasta el Jordán: todo el camino estaba sembrado de ropa y material abandonado por los sirios al huir a toda prisa. Volvieron a informar al rey.[16] Y entonces toda la gente salió a saquear el campamento sirio. Y siete litros de flor de harina se pagaron a diez gramos, y catorce de cebada a diez gramos también, como había dicho el Señor. [17] El rey había encargado vigilar la entrada a su escudero, en cuyo brazo se apoyaba. La gente lo pisoteó al salir por la puerta, y murió, como había dicho el hombre de Dios cuando el rey fue a verlo, [18] pues cuando el hombre de Dios dijo al rey que al día siguiente, a la misma hora, catorce litros de cebada valdrían diez gramos, y siete litros de flor de harina diez gramos en el mercado de Samaría, [19] el escudero le replicó que, aun suponiendo que el Señor abriese las compuertas del cielo, aquella profecía no se cumpliría, y entonces Eliseo le dijo: ¡Lo verás, pero no lo catarás! [20] Eso fue lo que pasó: la gente lo pisoteó en la entrada, y murió.
Segundo libro de los reyes capítulo 8
[1] Eliseo dijo a la madre del niño que había resucitado: ---Anda, vete con tu familia, emigra adonde puedas; porque el Señor ha llamado al hambre, y va a venir al país por siete años. [2] La mujer se puso manos a la obra, según las instrucciones del profeta; emigró con su familia a territorio filisteo y se quedó allí siete años; [3] y al cabo de los siete años se volvió del país filisteo y fue a reclamar al rey su casa y su campo. [4] El rey estaba hablando con Guejazí, criado del profeta: ---Cuéntame todos los milagros de Eliseo.[5] Y precisamente cuando Guejazí le estaba contando al rey cómo Eliseo había resucitado al niño muerto, la madre del niño entró para reclamar al rey su casa y su campo. Guejazí dijo al rey: ---Majestad, ésa es, y ése es el niño resucitado por Eliseo. [6] El rey preguntó a la mujer, y ella le contó todo. Entonces el rey puso a su disposición un funcionario, al que ordenó: ---Haz que entreguen a esta mujer todas sus posesiones y la renta de las tierras desde el día que se marchó hasta hoy. [7] Eliseo marchó a Damasco. Ben-Adad, rey de Siria, estaba enfermo, y le avisaron: ---Ha venido el profeta. [8] El rey ordenó a Jazael: ---Toma un regalo, vete a ver al profeta y consulta al Señor por medio de él, a ver si salgo de esta enfermedad. [9] Jazael fue a ver a Eliseo, llevándole como regalo cuarenta camellos cargados con los mejores productos de Damasco. Cuando llegó ante él, puesto en pie le dijo: ---Tu hijo Ben-Adad, rey de Siria, me envía a consultarte: ¿Saldré de esta enfermedad? [10] Eliseo le respondió: ---Ve a decirle que sanará; pero el Señor me ha revelado que morirá sin remedio. [11] Luego inmovilizó la mirada, quedó fuera de sí un largo rato y se echó a llorar. [12] Jazael le preguntó: ---Maestro, ¿por qué lloras? Eliseo contestó: ---Porque sé el daño que vas a hacer a los israelitas: incendiarás sus plazas fuertes, pasarás a cuchillo a sus soldados, estrellarás a sus niños y abrirás en canal a las embarazadas. [13] Jazael dijo: ---¿Qué soy yo, sino un perro para llevar a cabo tal hazaña? Eliseo respondió: ---El Señor me ha hecho verte como rey de Siria. [14] Jazael se despidió de Eliseo, y cuando llegó a su señor, éste le preguntó: ---¿Qué te ha dicho Eliseo? Respondió: ---Me ha dicho que sanarás. [15] Pero al día siguiente Jazael tomó una colcha, la empapó en agua y se la extendió al rey sobre la cara, hasta que murió. Jazael lo suplantó en el trono. [16] Jorán, hijo de Josafat, subió al trono el año quinto del reinado de Jorán de Israel, hijo de Ajab. [17] Cuando subió al trono tenía treinta y dos años, y reinó ocho años en Jerusalén. [18] Imitó a los reyes de Israel, como había hecho la dinastía de Ajab porque se había casado con una hija de Ajab. Hizo lo que el Señor reprueba, [19] pero el Señor no quiso aniquilar a Judá, en atención a su siervo David, según su promesa de conservarle siempre una lámpara en su presencia. [20] En su tiempo, Edom se independizó de Judá y se nombró un rey. [21] Jorán fue a Seír con todos sus carros; se levantó de noche y, aunque desbarató al ejército idumeo que lo cercaba, a él y a los oficiales del escuadrón de carros, la tropa huyó a la desbandada. [22] Así se independizó Edom de Judá hasta hoy. Por entonces también se rebeló Libna. [23] Para más datos sobre Jorán y sus empresas, véanse los Anales del reino de Judá. [24] Jorán murió, y lo enterraron con sus antepasados en la Ciudad de David. Su hijo Ocozías le sucedió en el trono. [25] Ocozías, hijo de Jorán, subió al trono el año doce del reinado de Jorán de Israel, hijo de Ajab. [26] Cuando subió al trono tenía veintidós años, y reinó un año en Jerusalén. Su madre se llamaba Atalía, hija de Omrí de Israel. [27] Imitó a Ajab. Hizo lo que el Señor reprueba pues se había emparentado con la familia de Ajab. [28] Junto con Jorán, hijo de Ajab, fue a luchar contra Jazael de Siria, en Ramot de Galaad. Pero los sirios hirieron a Jorán, [29] que se volvió a Yezrael para sanarse de las heridas que recibió de los sirios en Ramot, luchando contra Jazael de Siria. Entonces, cuando estaba enfermo en Yezrael, fue a visitarle Ocozías de Judá, hijo de Jorán.
Segundo libro de los reyes capítulo 9
[1] El profeta Eliseo llamó a uno de la comunidad de profetas y le ordenó: ---Átate el cinturón, toma en la mano esta aceitera y vete a Ramot de Galaad. [2] Cuando llegues, busca a Jehú, hijo de Josafat, hijo de Nimsí; entras, lo haces salir de entre sus camaradas y lo llevas a una habitación aparte. [3] Toma la aceitera y derrámasela sobre la cabeza, diciendo: Así dice el Señor: Te unjo rey de Israel. Luego abres la puerta y escapas sin más. [4] El joven profeta marchó a Ramot de Galaad. [5] Al llegar, encontró a los oficiales del ejército reunidos, y dijo: ---Te traigo un mensaje, mi general. Jehú preguntó: ---¿Para quién de nosotros? Respondió: ---Para ti, mi general. [6] Jehú se levantó y entró en la casa. El profeta le derramó el aceite sobre la cabeza y le dijo: ---Así dice el Señor, Dios de Israel: Te unjo rey de Israel, el pueblo del Señor. [7] Derrotarás a la dinastía de Ajab, tu señor; en Jezabel vengaré la sangre de mis siervos, los profetas, la sangre de los siervos del Señor; [8] perecerá toda la casa de Ajab; extirparé de Israel a todos los hombres de Ajab: a todo el que mea a la pared, esclavo o libre. [9] Trataré a la casa de Ajab como a la de Jeroboán, hijo de Nabat, y como a la de Basá, hijo de Ajías. [10] Y a Jezabel la comerán los perros en el campo de Yezrael, y nadie le dará sepultura. Luego abrió la puerta y escapó. [11] Jehú salió a reunirse con los oficiales de su señor. Le preguntaron: ---¿Buenas noticias? ¿A qué ha venido a verte ese loco? Les respondió: ---Ya conocéis a ese hombre y lo que anda hablando entre dientes. [12] Le dijeron: ---¡Cuentos! Explícate. Jehú entonces les dijo: ---Me ha dicho a la letra: Así dice el Señor: Te unjo rey de Israel. [13] Inmediatamente tomó cada uno su manto y lo echó a los pies de Jehú sobre los escalones. Tocaron la trompeta y aclamaron: ---¡Jehú es rey! [14] Entonces Jehú, hijo de Josafat, hijo de Nimsí, organizó una conspiración contra Jorán de esta manera: Jorán estaba con todo el ejército israelita, defendiendo Ramot de Galaad contra Jazael, rey de Siria, [15] pero se había vuelto a Yezrael para sanarse las heridas recibidas de los sirios en la guerra contra Jazael de Siria. Jehú dijo: ---Si os parece bien, que no salga nadie de la ciudad a llevar la noticia a Yezrael. [16] Montó y marchó a Yezrael, donde estaba Jorán en cama. Ocozías de Judá había ido a hacerle una visita. [17] El vigía, en pie sobre la torre de Yezrael, vio al grupo de Jehú, que se acercaba, y dijo: ---Veo un tropel de gente. Jorán ordenó: ---Busca un jinete y mándalo al encuentro a preguntarles si traen buenas noticias. [18] El jinete salió a su encuentro, y dijo: ---El rey pregunta si traéis buenas noticias. Jehú contestó: ---¿Qué te importan las buenas noticias? ¡Ponte ahí detrás! El centinela anunció: ---El mensajero ha llegado adonde ellos pero no vuelve. [19] El rey mandó entonces otro jinete, que al llegar a ellos dijo: ---El rey pregunta si traéis buenas noticias. Jehú contestó: ---¿Qué te importan las buenas noticias? ¡Ponte ahí detrás! [20] El centinela anunció: ---Ha llegado a donde ellos pero no vuelve. Y la forma de guiar es la de Jehú, hijo de Nimsí, porque guía a lo loco. [21] Jorán ordenó: ---¡Engancha! Engancharon el carro, y Jorán de Israel y Ocozías de Judá salieron, cada uno en su carro, al encuentro de Jehú. Lo alcanzaron junto a la heredad de Nabot, el de Yezrael, [22] y Jorán, al verlo, preguntó: ---¿Buenas noticias, Jehú? Jehú respondió: ---¿Cómo va a haber buenas noticias mientras Jezabel, tu madre, siga con sus ídolos y brujerías? [23] Jorán volvió grupas para escapar, diciendo a Ocozías: ---¡Traición, Ocozías! [24] Pero Jehú ya había tensado el arco, e hirió a Jorán por la espalda. La flecha le atravesó el corazón, y Jorán se dobló sobre el carro. [25] Jehú ordenó a su escudero, Bidcar: ---Agárralo y tíralo a la heredad de Nabot, el de Yezrael; porque recuerda que cuando tú y yo cabalgábamos juntos siguiendo a su padre, Ajab, el Señor pronunció contra él este oráculo: [26] Ayer vi la sangre de Nabot y de sus hijos, oráculo del Señor. Juro que en la misma heredad te daré tu merecido, oráculo del Señor. Así que agárralo y tíralo a la heredad de Nabot, como dijo el Señor. [27] Al ver esto, Ocozías de Judá huyó por el camino de Bet-Gan. Pero Jehú lo persiguió, diciendo: ---¡También a él! Lo hirieron en su carro, por la cuesta de Gur, cerca de Yiblán. Pero logró huir a Meguido, y allí murió. [28] Sus siervos lo llevaron en un carro a Jerusalén, y lo enterraron en la sepultura familiar, en la Ciudad de David; [29] había subido al trono de Judá el año once de Jorán, hijo de Ajab. [30] Jehú llegó a Yezrael. Jezabel, que se había enterado, se sombreó los ojos, se arregló el pelo y se asomó al balcón. [31] Y cuando Jehú entraba por la puerta, Jezabel le dijo: ---¿Qué tal, Zimrí, asesino de su señor? [32] Jehú levantó la vista al balcón y preguntó: ---¿Quién se pone de mi parte? ¿Quién? Se asomaron dos o tres eunucos, [33] y Jehú ordenó: ---¡Abajo con ella! La tiraron; su sangre salpicó la pared y a los caballos, que la pisotearon. [34] Jehú entró, comió y bebió, y luego dijo: ---Haceos cargo de esa maldita y enterradla, que al fin y al cabo es hija de rey. [35] Pero cuando fueron a enterrarla, sólo encontraron la calavera, los pies y las manos. [36] Volvieron a informarle, y Jehú comentó: ---Se cumple la palabra que dijo Dios a su siervo Elías, el tesbita: En el campo de Yezrael comerán los perros la carne de Jezabel; [37] su cadáver será como estiércol en el campo, y nadie podrá decir: ésa es Jezabel.
Segundo libro de los reyes capítulo 10
[1] Ajab tenía setenta hijos en Samaría. Jehú escribió cartas y las envió a Samaría, a los notables de la ciudad, los ancianos y los preceptores de los príncipes, con este texto:[2] Ahí tenéis a los hijos de vuestro señor, y sus carros y sus caballos, una ciudad fortificada y un arsenal. Pues bien, cuando recibáis esta carta, [3] ved cuál de los hijos de vuestro señor es más capaz y más recto; sentadlo en el trono de su padre y disponeos a defender la dinastía de vuestro señor. [4] Ellos, muertos de miedo, dijeron: ---Dos reyes no han podido con él, ¿cómo podremos nosotros? [5] Entonces el mayordomo de palacio, el gobernador, los ancianos y los preceptores enviaron esta respuesta a Jehú: Somos siervos tuyos. Haremos cuanto nos digas. No nombraremos rey a nadie. Haz lo que te parezca bien. [6] Jehú les escribió esta otra carta: Si estáis de mi parte y queréis obedecerme, mañana a estas horas venid a verme a Yezrael, trayéndome las cabezas de los hijos de vuestro señor. Los hijos del rey vivían con la gente principal de la ciudad, que los criaba. [7] Cuando les llegó la carta, prendieron a los setenta hijos del rey, los decapitaron, pusieron las cabezas en unos cestos y se las mandaron a Jehú a Yezrael. [8] Llegó el mensajero y le comunicó: ---Han traído las cabezas de los hijos del rey. Jehú dijo: ---Ponedlas en dos montones a la entrada de la ciudad, y dejadlas allí hasta por la mañana. [9] A la mañana salió, se plantó y dijo a la gente: ---Vosotros sois inocentes; yo conspiré contra mi señor y lo maté. [10] Pero, ¿quién ha matado a todos éstos? Fijaos cómo no falla nada de lo que el Señor dijo contra la casa de Ajab. El Señor ha cumplido lo que dijo por su siervo Elías. [11] Jehú acabó con los de la dinastía de Ajab que quedaban en Yezrael: dignatarios, parientes, sacerdotes, hasta no dejarle uno vivo. [12] Después emprendió marcha a Samaría. Cuando en el viaje llegaba a Bet-Equed-Roim,[13] encontró a unos parientes de Ocozías de Judá y les preguntó: ---¿Quiénes sois? Respondieron: ---Somos parientes de Ocozías y vamos a saludar a los hijos del rey y a los de la reina madre. [14] Jehú dio una orden: ---¡Prendedlos vivos! Los prendieron vivos y los degollaron junto al pozo de Bet-Equed-Roim. Eran cuarenta y dos hombres, y no quedó uno. [15] Marchó de allí y encontró a Jonadab, hijo de Recab, que salió a su encuentro. Le saludó y le dijo: ---¿Estás lealmente de mi parte como yo lo estoy contigo? Jonadab contestó: ---Sí. Jehú replicó: ---Entonces, venga esa mano. Le dio la mano, y Jehú lo hizo subir con él a su carro, [16] diciéndole: ---Ven conmigo y verás mi celo por el Señor. Y lo llevó en su carro. [17] Cuando llegó a Samaría mató a todos los de Ajab que quedaban allí, hasta acabar con la familia, como había dicho el Señor a Elías. [18] Después reunió a todo el pueblo y les habló: ---Si Ajab fue algo devoto de Baal, Jehú lo será mucho más; [19] así que llamadme a todos los profetas de Baal, todos sus fieles y sacerdotes. Que no falte ninguno, porque quiero ofrecer a Baal un sacrificio solemne. El que falte morirá. Jehú actuaba así astutamente para eliminar a los fieles de Baal. [20] Luego ordenó: ---Convocad una asamblea litúrgica en honor de Baal. La convocaron. [21] Y Jehú mandó aviso por todo Israel. Llegaron todos los fieles de Baal, no quedó uno sin venir, y entraron en el templo de Baal, que se llenó por completo. [22] Entonces Jehú dijo al encargado del vestuario: ---Saca las vestiduras para los fieles de Baal. Los sacó.[23] Luego Jehú y Jonadab, hijo de Recab, entraron en el templo, y Jehú dijo a los fieles de Baal: ---Aseguraos de que aquí hay sólo devotos de Baal y ninguno del Señor. [24] Se adelantaron para ofrecer sacrificios y holocaustos. Pero Jehú había apostado afuera ochenta hombres con esta consigna: ---El que deje escapar a uno de los que os pongo en las manos, pagará con la vida. [25] Y así, cuando terminaron de ofrecer el holocausto, Jehú ordenó a los guardias y oficiales: ---¡Entrad a matarlos! ¡Que no escape nadie! Los guardias y oficiales los pasaron a cuchillo y entraron hasta el camarín del templo de Baal. [26] Sacaron la estatua de Baal y la quemaron, [27] derribaron el altar y al templo lo convirtieron en letrinas, hasta el día de hoy. [28] Así eliminó Jehú el culto de Baal en Israel. [29] Pero no se apartó de los pecados que Jeroboán, hijo de Nabat, hizo cometer a Israel: los terneros de oro, el de Betel y el de Dan. [30] El Señor le dijo: ---Por haber hecho bien lo que yo quería y haber realizado en la familia de Ajab todo lo que yo había decidido, tus hijos, hasta la cuarta generación, se sentarán en el trono de Israel. [31] Pero Jehú no perseveró en el cumplimiento de la ley del Señor, Dios de Israel, con todo su corazón; no se apartó de los pecados que Jeroboán hizo cometer a Israel. [32] Por aquel entonces el Señor empezó a desmembrar a Israel. Jazael lo derrotó en toda la frontera, [33] desde el Jordán hacia el este, todo el país de Galaad, de los gaditas, rubenitas y los de Manasés; desde Aroer, junto al Arnón, hasta Galaad y Basán. [34] Para más datos sobre Jehú y sus hazañas militares, véanse los Anales del reino de Israel. [35] Jehú murió, y lo enterraron en Samaría, con sus antepasados. Su hijo Joacaz le sucedió en el trono. [36] Jehú fue rey de Israel, en Samaría, veintiocho años.
Segundo libro de los reyes capítulo 11
[1] Cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que su hijo había muerto, empezó a exterminar a toda la familia real. [2] Pero cuando los hijos del rey estaban siendo asesinados, Josebá, hija del rey Jorán y hermana de Ocozías, raptó a Joás, hijo de Ocozías, y lo escondió con su nodriza en el dormitorio; así, se lo ocultó a Atalía y lo libró de la muerte. [3] El niño estuvo escondido con ella en el templo seis años mientras en el país reinaba Atalía. [4] El año séptimo, Yehoyadá mandó a buscar a los centuriones de los carios y de la escolta; los llamó a su presencia en el templo, se juramentó con ellos y les presentó al hijo del rey. [5] Luego les dio estas instrucciones: ---Vais a hacer lo siguiente: el tercio que está de servicio en el palacio el sábado, [6] el tercio que está en la puerta de las caballerizas y el tercio de la puerta de detrás de la escolta haréis la guardia en el templo por turnos [7] y los otros dos cuerpos, todos los que estáis libres el sábado, haréis la guardia en el templo cerca del rey. [8] Rodead al rey por todas partes, arma en mano. Si alguno quiere meterse por entre las filas, matadlo. Y estad junto al rey, vaya donde vaya. [9] Los oficiales hicieron lo que les mandó el sacerdote Yehoyadá; cada uno reunió a sus hombres, los que estaban de servicio el sábado y los que estaban libres, y se presentaron al sacerdote Yehoyadá. [10] El sacerdote entregó a los oficiales las lanzas y los escudos del rey David, que se guardaban en el templo. [11] Los de la escolta empuñaron las armas y se colocaron entre el altar y el templo, desde el ángulo sur hasta el ángulo norte del templo, para proteger al rey. [12] Entonces Yehoyadá sacó al hijo del rey, le colocó la diadema y las insignias, lo ungió rey, y todos aplaudieron, aclamando: ---¡Viva el rey! [13] Atalía oyó el clamor de la tropa y de los oficiales y se fue hacia la gente, al templo. [14] Pero cuando vio al rey en pie sobre el estrado, como es costumbre, y a los oficiales y la banda cerca del rey, toda la población en fiesta y las trompetas tocando, se rasgó las vestiduras y gritó: ---¡Traición! ¡Traición! [15] El sacerdote Yehoyadá ordenó a los oficiales que mandaban las fuerzas: ---Sacadla de las filas. Al que la siga lo matáis. Porque el sacerdote no quería que la matasen en el templo. [16] La fueron empujando con las manos, y cuando llegaba a palacio por la puerta de las caballerizas, allí la mataron. [17] Yehoyadá selló la alianza entre el Señor, el rey y el pueblo, para que éste fuera el pueblo del Señor. [18] Toda la población se dirigió luego al templo de Baal: lo destruyeron, derribaron sus altares, trituraron las imágenes, y a Matán, sacerdote de Baal, lo degollaron ante el altar. El sacerdote Yehoyadá puso guardias en el templo, [19] y luego, con los centuriones, los carios, los de la escolta y todo el vecindario, bajaron del templo al rey y lo llevaron a palacio por la puerta de la escolta. Y Joás se sentó en el trono real. [20] Toda la población hizo fiesta, y la ciudad quedó tranquila. A Atalía la habían matado a espada en el palacio.
Segundo libro de los reyes capítulo 12
[1] Cuando Joás subió al trono tenía siete años. [2] Era el año séptimo de Jehú y reinó en Jerusalén cuarenta años. Su madre se llamaba Sibyá, natural de Berseba. [3] Joás hizo siempre lo que el Señor aprueba, siguiendo las enseñanzas del sacerdote Yehoyadá. [4] Pero no desaparecieron las ermitas de los altozanos; la gente seguía ofreciendo allí sacrificios y quemando incienso. [5] Joás dijo a los sacerdotes: ---Todo el dinero de las colectas del templo, el dinero del empadronamiento, el de los impuestos según la tarifa personal y el de las ofrendas voluntarias [6] que lo recojan los sacerdotes a través de sus ayudantes, para reparar los desperfectos del templo. [7] Pero el año veintitrés del reinado de Joás los sacerdotes todavía no habían reparado los desperfectos del templo. [8] Entonces Joás convocó al sacerdote Yehoyadá y a los otros sacerdotes, y les dijo: ---¿Por qué no habéis reparado todavía los desperfectos del templo? En adelante, no os quedéis con el dinero recibido a través de vuestros ayudantes; tenéis que entregarlo para los desperfectos del templo. [9] Los sacerdotes aceptaron no recibir dinero de la gente ni encargarse de reparar los desperfectos del templo. [10] El sacerdote Yehoyadá tomó un cofre, hizo una ranura en la tapa y lo puso junto al altar, a mano derecha según se entra en el templo. Los sacerdotes porteros echaban allí todo el dinero que se traía al templo. [11] Cuando veían que había mucho dinero en el cofre, subía el secretario real con el sumo sacerdote, lo vaciaban y contaban el dinero que había en el templo. [12] Luego entregaban el dinero ya contado a los maestros de obras encargados del templo, para pagar a los carpinteros y albañiles que trabajaban allí, [13] y a los tapiadores y canteros, para comprar madera y piedra de cantería, para reparar los desperfectos del templo y para todos los gastos de la conservación del edificio. [14] Con el dinero que se traía al templo no se hacían palanganas de plata, cuchillos, aspersorios, trompetas, ni ningún utensilio de oro o de plata para el templo, [15] entregaban el dinero a los maestros de obras y con él reparaban el edificio. [16] Y no se pedían cuentas a aquellos a quienes se entregaba el dinero, porque procedían con honradez. [17] El dinero de los sacrificios penitenciales y el de los sacrificios por el pecado no iba a parar al templo, sino que era para los sacerdotes. [18] Por entonces Jazael, rey de Siria, atacó a Gat y la conquistó. Luego se volvió para atacar a Jerusalén. [19] Pero Joás de Judá recogió todas las ofrendas votivas de los reyes de Judá predecesores suyos, Josafat, Jorán y Ocozías, sus propias ofrendas, más todo el oro que había en el tesoro del templo y del palacio real, y se lo envió a Jazael de Siria, que se alejó de Jerusalén. [20] Para más datos sobre Joás y sus empresas, véanse los Anales del reino de Judá. [21] Sus cortesanos tramaron una conspiración y lo mataron cuando bajaba por el terraplén. [22] Lo asesinaron sus cortesanos Yozabad, hijo de Simat, y Yehozabad, hijo de Somer. Lo enterraron con sus antepasados en la Ciudad de David, y su hijo Amasías le sucedió en el trono.
Segundo libro de los reyes capítulo 13
[1] Joacaz, hijo de Jehú, subió al trono de Israel en Samaría el año veintitrés del reinado de Joás de Judá, hijo de Ocozías. Reinó diecisiete años. [2] Hizo lo que el Señor reprueba: repitió a la letra los pecados que Jeroboán, hijo de Nabat, hizo cometer a Israel. [3] El Señor se encolerizó contra Israel y lo entregó, durante todo aquel tiempo, en poder de Jazael de Siria y de Ben-Adad, hijo de Jazael. [4] Joacaz imploró al Señor, y el Señor lo escuchó, al ver cómo el rey de Siria oprimía a Israel. [5] El Señor dio a Israel un salvador, que lo libró de la dominación siria, y los israelitas pudieron habitar sus casas como antes. [6] Pero no se apartaron de los pecados que la dinastía de Jeroboán había hecho cometer a Israel. Incluso la estela siguió en pie en Samaría. [7] Por eso el Señor no le dejó a Joacaz más que cincuenta jinetes, diez carros y diez mil soldados de infantería; el rey de Siria los había destrozado y reducido a polvo de la trilla. [8] Para más datos sobre Joacaz y sus hazañas militares, véanse los Anales del reino de Israel. [9] Joacaz murió, y lo enterraron con sus antepasados en Samaría. Su hijo Joás le sucedió en el trono. [10] Joás, hijo de Joacaz, subió al trono de Israel en Samaría el año treinta y siete del reinado de Joás de Judá. Reinó dieciséis años. [11] Hizo lo que el Señor reprueba. Repitió a la letra los pecados que Jeroboán, hijo de Nabat, hizo cometer a Israel; imitó su conducta. [12] Para más datos sobre Joás y sus hazañas militares contra Amasías de Judá, véanse los Anales del reino de Israel. [13] Joás murió, y Jeroboán le sucedió en el trono. A Joás lo enterraron en Samaría con los reyes de Israel. [14] Cuando Eliseo cayó enfermo de muerte, Joás de Israel bajó a visitarlo y se echó sobre él llorando y repitiendo: ---¡Padre mío, padre mío, carro y auriga de Israel! [15] Eliseo le dijo: ---Agarra un arco y unas flechas. Agarró un arco y unas flechas [16] y Eliseo le mandó: ---Empuña el arco. Lo empuñó, y Eliseo puso sus manos sobre las manos del rey [17] y ordenó: ---Abre la ventana que da a levante. Joás la abrió, y Eliseo dijo: ---¡Dispara! Él disparó, y comentó Eliseo: ---¡Flecha victoriosa del Señor, flecha victoriosa contra Siria! Derrotarás a Siria en Afec hasta aniquilarla. [18] Luego ordenó: ---Agarra las flechas. El rey las agarró, y Eliseo le dijo: ---Golpea el suelo. Él lo golpeó tres veces y se detuvo. [19] Entonces el profeta se le enfadó: ---Si hubieras golpeado cinco o seis veces habrías derrotado a Siria hasta aniquilarla; pero así sólo la derrotarás tres veces. [20] Eliseo murió, y lo enterraron. Las guerrillas de Moab hacían incursiones por el país todos los años.[21] Una vez, mientras estaban unos enterrando a un muerto, al ver las bandas de guerrilleros echaron el cadáver en la tumba de Eliseo y se marcharon. Al tocar el muerto los huesos de Eliseo, revivió y se puso en pie. [22] Jazael, rey de Siria, había oprimido a Israel durante todo el reinado de Joacaz. [23] Pero el Señor se apiadó y tuvo misericordia de ellos; se volvió hacia ellos, por el pacto que había hecho con Abrahán, Isaac y Jacob, y no quiso exterminarlos ni los ha arrojado de su presencia hasta ahora. [24] Jazael de Siria murió, y su hijo Ben-Adad le sucedió en el trono. [25] Entonces Joás, hijo de Joacaz, recuperó del poder de Ben-Adad, hijo de Jazael, las ciudades que Jazael había arrebatado por las armas a su padre, Joacaz. Joás le derrotó tres veces, y así recuperó las ciudades de Israel.
Segundo libro de los reyes capítulo 14
[1] Amasías, hijo de Joás, subió al trono de Judá el año segundo del reinado de Joás de Israel, hijo de Joacaz. [2] Cuando subió al trono tenía veinticinco años, y reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre se llamaba Yehoadayán, natural de Jerusalén. [3] Hizo lo que el Señor aprueba, aunque no como su antepasado David; se portó como su padre, Joás; [4] pero no desaparecieron las ermitas de los altozanos: allí seguía la gente sacrificando y quemando incienso. [5] Cuando se afianzó en el poder, mató a los ministros que habían asesinado a su padre. [6] Pero siguiendo lo que dice el libro de la ley de Moisés, promulgada por el Señor: No serán ejecutados los padres por las culpas de los hijos ni los hijos por las culpas de los padres; cada uno morirá por su propio pecado, no mató a los hijos de los asesinos. [7] Amasías derrotó en el Gue Hammélaj a los idumeos, en número de diez mil, y tomó al asalto la ciudad de Petra, llamándola Yoctael, nombre que conserva hasta hoy. [8] Entonces mandó una embajada a Joás, hijo de Joacaz, de Jehú, rey de Israel, con este mensaje: ---¡Sal, que nos veamos las caras! [9] Pero Joás de Israel le envió esta respuesta: ---El cardo del Líbano mandó a decir al cedro del Líbano: Dame a tu hija por esposa de mi hijo. Pero pasaron las fieras del Líbano y pisotearon el cardo. [10] Tú has derrotado a Edom y te has engreído. ¡Disfruta de tu gloria quedándote en tu casa! ¿Por qué quieres meterte en una guerra catastrófica, provocando tu caída y la de Judá? [11] Pero Amasías no hizo caso. Entonces Joás de Israel subió a vérselas con Amasías de Judá en Bet-Semes de Judá. [12] Israel derrotó a los judíos, que huyeron a la desbandada. [13] En Bet-Semes apresó Joás de Israel a Amasías de Judá, hijo de Joacaz, de Ocozías, y se lo llevó a Jerusalén. En la muralla de Jerusalén abrió una brecha de doscientos metros, desde la Puerta de Efraín hasta la Puerta del Ángulo; [14] se apoderó del oro, la plata, los utensilios que había en el templo y en el tesoro de palacio, tomó rehenes y se volvió a Samaría. [15] Para más datos sobre Joás y sus hazañas militares en la guerra contra Amasías de Judá, véanse los Anales del reino de Israel. [16] Joás murió, y lo enterraron en Samaría, con los reyes de Israel. Su hijo Jeroboán le sucedió en el trono. [17] Amasías de Judá, hijo de Joás, sobrevivió quince años a Joás de Israel, hijo de Joacaz. [18] Para más datos sobre Amasías, véanse los Anales del reino de Judá. [19] En Jerusalén conspiraron contra él; huyó a Laquis, pero lo persiguieron hasta Laquis y allí lo mataron. [20] Lo cargaron sobre unos caballos y lo enterraron en Jerusalén, con sus antepasados, en la Ciudad de David. [21] Entonces Judá en pleno tomó a Azarías, de dieciséis años, y lo nombraron rey, sucesor de su padre, Amasías. [22] Fue él quién reconstruyó a Eilat y la devolvió a Judá después que el rey Amasías se fue a descansar con sus padres. [23] Jeroboán, hijo de Joás, subió al trono en Samaría el año quince del reinado de Amasías de Judá, hijo de Joás. Reinó cuarenta y un años. [24] Hizo lo que el Señor reprueba, repitiendo los pecados que Jeroboán, hijo de Nabat, hizo cometer a Israel. [25] Restableció la frontera de Israel desde el Paso de Jamat hasta el Mar Muerto, como el Señor, Dios de Israel, había dicho por su siervo el profeta Jonás, hijo de Amitay, natural de Gat-Jéfer; [26] porque el Señor se fijó en la terrible desgracia de Israel, donde no había ni esclavo, ni hombre libre, ni quien ayudase a Israel. [27] El Señor no había decidido borrar el nombre de Israel bajo el cielo, y lo salvó por medio de Jeroboán, hijo de Joás. [28] Para más datos sobre Jeroboán y sus hazañas militares contra Damasco, recuperando Jamat para Israel, véanse los Anales del reino de Israel. [29] Jeroboán murió, y lo enterraron con los reyes de Israel. Su hijo Zacarías le sucedió en el trono.
Segundo libro de los reyes capítulo 15
[1] Azarías, hijo de Amasías, subió al trono de Judá el año veintisiete del reinado de Jeroboán de Israel. [2] Cuando subió al trono tenía dieciséis años, y reinó en Jerusalén cincuenta y dos años. Su madre se llamaba Yecolía, natural de Jerusalén. [3] Hizo lo que el Señor aprueba, igual que su padre, Amasías. [4] Pero no desaparecieron las ermitas de los altozanos: allí seguía la gente sacrificando y quemando incienso. [5] El Señor le envió una enfermedad de la piel hasta su muerte, así que vivió recluido en casa. Su hijo Yotán estaba al frente de palacio y gobernaba la nación. [6] Para más datos sobre Azarías y sus empresas, véanse los Anales del reino de Judá. [7] Azarías murió, y lo enterraron con sus antepasados en la Ciudad de David. Su hijo Yotán le sucedió en el trono. [8] Zacarías, hijo de Jeroboán, subió al trono de Israel en Samaría el año treinta y ocho del reinado de Azarías de Judá. Reinó seis meses. [9] Hizo lo que el Señor reprueba, como sus antepasados, repitiendo los pecados que Jeroboán, hijo de Nabat, hizo cometer a Israel. [10] Salún, hijo de Yabés, conspiró contra él y lo mató en Yiblán; lo mató y lo suplantó en el trono. [11] Para más datos sobre Zacarías, véanse los Anales del reino de Israel. [12] Sucedió lo que el Señor había dicho a Jehú: Tus hijos se sentarán en el trono de Israel hasta la cuarta generación. [13] Salún, hijo de Yabés, subió al trono el año treinta y nueve del reinado de Azarías de Judá, y reinó en Samaría un mes. [14] Menajén, hijo de Gadí, subió de Tirsá, entró en Samaría y mató allí a Salún, hijo de Yabés; lo mató y lo suplantó en el trono. [15] Para más datos sobre Salún y su conspiración, véanse los Anales del reino de Israel. [16] Entonces Menajén castigó a Tifsaj y su término, matando a todos sus habitantes, por no haberle abierto las puertas cuando salió de Tirsá; la ocupó y abrió en canal a las mujeres embarazadas. [17] Menajén, hijo de Gadí, subió al trono de Israel el año treinta y nueve del reinado de Azarías de Judá. Reinó en Samaría diez años. [18] Hizo lo que el Señor reprueba, repitiendo los pecados que Jeroboán, hijo de Nabat, hizo cometer a Israel. [19] En su tiempo, Pul, rey de Asiria, invadió el país, pero Menajén le entregó mil pesos de plata para que lo apoyase y lo mantuviese en el trono. [20] Menajén impuso esa contribución a todos los ricos de Israel, a razón de medio kilo de plata cada uno, para el rey de Asiria. Entonces el rey de Asiria se retiró, dando fin a la ocupación del país. [21] Para más datos sobre Menajén y sus empresas, véanse los Anales del reino de Israel. [22] Menajén murió, y su hijo Pecajías le sucedió en el trono. [23] Pecajías, hijo de Menajén, subió al trono de Israel el año cincuenta del reinado de Azarías de Judá. Reinó en Samaría dos años. [24] Hizo lo que el Señor reprueba, repitiendo los pecados que Jeroboán, hijo de Nabat, hizo cometer a Israel. [25] Su oficial Pécaj, hijo de Romelía, conspiró contra él: con cincuenta galaaditas --con Argob y Arié-- lo mató en Samaría, en la torre de palacio. Lo mató y lo suplantó en el trono. [26] Para más datos sobre Pecajías y sus empresas, véanse los Anales del reino de Israel. [27] Pécaj, hijo de Romelía, subió al trono de Israel en Samaría el año cincuenta y dos del reinado de Azarías de Judá. Reinó diez años. [28] Hizo lo que el Señor reprueba, repitiendo los pecados que Jeroboán, hijo de Nabat, hizo cometer a Israel. [29] En su tiempo, Tiglat Piléser, rey de Asiria, fue y se apoderó de Iyón, Abel Bet-Maacá, Yanoj, Cades, Jasor, Galaad, Galilea y toda la región de Neftalí, y llevó a sus habitantes deportados a Asiria. [30] Oseas, hijo de Elá, tramó una conspiración contra Pécaj, hijo de Romelía; lo mató y lo suplantó en el trono el año veinte del reinado de Yotán, hijo de Azarías. [31] Para más datos sobre Pécaj y sus empresas, véanse los Anales del reino de Israel. [32] Yotán, hijo de Azarías, subió al trono de Judá el año segundo del reinado de Pécaj de Israel, hijo de Romelía. [33] Cuando subió al trono tenía veinticinco años, y reinó en Jerusalén dieciséis años. Su madre se llamaba Yerusá, hija de Sacod. [34] Hizo lo que el Señor aprueba, igual que su padre, Azarías. [35] Pero no desaparecieron las ermitas de los altozanos; allí seguía la gente sacrificando y quemando incienso. Yotán construyó la puerta superior del templo. [36] Para más datos sobre Yotán y sus empresas, véanse los Anales del reino de Judá. [37] Por entonces empezó el Señor a mandar contra Judá a Razín, rey de Damasco, y a Pécaj, hijo de Romelía. [38] Yotán murió, y lo enterraron con sus antepasados en la Ciudad de David, su antecesor. Su hijo Acaz le sucedió en el trono.
Segundo libro de los reyes capítulo 16
[1] Acaz, hijo de Yotán, subió al trono de Judá el año diecisiete del reinado de Pécaj, hijo de Romelía. [2] Cuando subió al trono tenía veinte años, y reinó en Jerusalén dieciséis años. No hizo, como su antepasado David, lo que el Señor aprueba. [3] Imitó a los reyes de Israel. Incluso sacrificó a su hijo en la hoguera, según las costumbres aborrecibles de las naciones que el Señor había expulsado ante los israelitas. [4] Sacrificaba y quemaba incienso en los altozanos, en las colinas y bajo los árboles frondosos. [5] Por entonces, Razín de Damasco y Pécaj de Israel, hijo de Romelía, subieron para atacar a Jerusalén; la cercaron, pero no pudieron conquistarla. [6] También por entonces el rey de Edom reconquistó Eilat y expulsó de allí a los judíos; los de Edom fueron a Eilat y se establecieron allí, hasta el día de hoy. [7] Acaz mandó una embajada a Tiglat Piléser, rey de Asiria, con este mensaje: Soy hijo y vasallo tuyo. Ven a librarme del poder del rey de Siria y del rey de Israel, que se han levantado en armas contra mí. [8] Acaz recogió la plata y el oro que había en el templo y en el tesoro de palacio y se lo envió al rey de Asiria como regalo. [9] El rey de Asiria le atendió, subió contra Damasco, se apoderó de ella, deportó a sus habitantes a Quir y mató a Razín. [10] Entonces, el rey Acaz fue a Damasco a presentarse a Tiglat Piléser, rey de Asiria. Y cuando vio el altar que había en Damasco, envió al sacerdote Urías el diseño del altar, con todos sus detalles. [11] Antes de que el rey volviera de Damasco, el sacerdote Urías construyó un altar siguiendo todas las instrucciones enviadas por el rey. [12] Cuando Acaz volvió de Damasco, vio el altar, se acercó, subió hasta él, [13] quemó su holocausto y su ofrenda, derramó su libación y roció el altar con la sangre de los sacrificios de comunión que acababa de ofrecer. [14] El antiguo altar de bronce, que estaba situado ante el Señor, lo retiró de la fachada del edificio, es decir, entre el altar nuevo y el templo, y lo puso al lado norte del nuevo altar. [15] Luego dio estas órdenes al sacerdote Urías: ---Sobre el altar grande quema el holocausto de la mañana y la ofrenda de la tarde, el holocausto del rey y su ofrenda, el holocausto del pueblo y su ofrenda; derrama sobre él sus libaciones y la sangre de los sacrificios. Del altar de bronce me ocuparé yo. [16] El sacerdote Urías hizo lo que le mandó el rey Acaz. [17] El rey arrancó las abrazaderas que recubrían la base y retiró el barreño; el depósito montado sobre los toros de bronce lo bajó de su soporte y lo puso sobre las losas del pavimento. [18] En consideración al rey de Asiria, quitó también la tribuna del trono construida en el templo y la entrada exterior para el rey. [19] Para más datos sobre Acaz y sus empresas, véanse los Anales del Reino de Judá. [20] Acaz murió, y lo enterraron con sus antepasados en la Ciudad de David. Su hijo Ezequías le sucedió en el trono.
Segundo libro de los reyes capítulo 17
[1] Oseas, hijo de Elá, subió al trono de Israel en Samaría el año doce del reinado de Acaz de Judá. Reinó nueve años. [2] Hizo lo que el Señor reprueba, aunque no tanto como los reyes de Israel predecesores suyos. [3] Salmanasar, rey de Asiria, lo atacó, y Oseas se le sometió pagándole tributo. [4] Pero el rey de Asiria descubrió que Oseas lo traicionaba: había enviado emisarios a Sais, al rey de Egipto, y no pagó el tributo como hacía otros años. Entonces el rey de Asiria lo apresó y lo encerró en la cárcel. [5] El rey de Asiria invadió el país y asedió a Samaría durante tres años. [6] El año noveno de Oseas, el rey de Asiria conquistó Samaría, deportó a los israelitas a Asiria y los instaló en Jalaj, junto al Jabor, río de Gozán, y en las poblaciones de Media. [7] Eso sucedió porque, dando culto a dioses extranjeros, los israelitas habían pecado contra el Señor, su Dios, que los había sacado de Egipto, del poder del faraón, rey de Egipto; [8] procedieron según las costumbres de las naciones que el Señor había expulsado ante ellos y que introdujeron los reyes nombrados por ellos mismos. [9] Los israelitas blasfemaron contra el Señor, su Dios; en todo lugar habitado, desde las torres de vigilancia hasta las plazas fuertes, se erigieron lugares de culto; [10] erigieron cipos y estelas en las colinas altas y bajo los árboles frondosos; [11] allí quemaban incienso, como hacían las naciones que el Señor había desterrado ante ellos. Obraron mal, irritando al Señor. [12] Dieron culto a los ídolos, cosa que el Señor les había prohibido. [13] El Señor había advertido a Israel y Judá por medio de los profetas y videntes: Volveos de vuestro mal camino, guardad vuestros mandatos y preceptos, siguiendo la ley que di a sus padres, que les comuniqué por medio de mis siervos los profetas. [14] Pero no hicieron caso, sino que se pusieron tercos, como sus padres, que no confiaron en el Señor, su Dios. [15] Rechazaron sus mandatos y el pacto que había hecho el Señor con sus padres y las advertencias que les hizo; se fueron tras los ídolos vanos y ellos mismos se desvanecieron, imitando a las naciones vecinas, cosa que el Señor les había prohibido. [16] Abandonaron los preceptos del Señor, su Dios, se hicieron ídolos de fundición --¡los dos becerros!-- y una estela; se postraron ante el ejército del cielo y dieron culto a Baal. [17] Sacrificaron en la hoguera a sus hijos e hijas, practicaron la adivinación y la magia y se vendieron para hacer lo que el Señor reprueba, irritándolo. [18] El Señor se irritó tanto contra Israel, que los arrojó de su presencia. Sólo quedó la tribu de Judá, [19] aunque tampoco Judá guardó los preceptos del Señor, su Dios, sino que imitó el proceder de Israel. [20] El Señor rechazó a toda la raza de Israel, la humilló, la entregó al saqueo, hasta que acabó por arrojarla de su presencia. [21] Pues cuando Israel se desgajó de la casa de David y eligieron rey a Jeroboán, hijo de Nabat, Jeroboán desvió a Israel del culto al Señor y lo indujo a cometer un grave pecado. [22] Los israelitas imitaron a la letra el pecado de Jeroboán, [23] hasta que el Señor los arrojó de su presencia, como había dicho por sus siervos los profetas, y fueron deportados desde su tierra a Asiria, donde todavía están. [24] El rey de Asiria trajo gente de Babilonia, Cutá, Avá, Jamat y Sefarvain y la estableció en las poblaciones de Samaría, para reemplazar a los israelitas. Ellos tomaron posesión de Samaría y se instalaron en sus poblados. [25] Pero al empezar a instalarse allí, no daban culto al Señor, y el Señor les envió leones que hacían estrago entre los colonos. [26] Entonces expusieron al rey de Asiria: ---La gente que llevaste a Samaría como colonos no conoce los ritos del dios del país, y por eso éste les ha enviado leones que hacen estrago entre ellos, porque no conocen los ritos del dios del país. [27] El rey de Asur ordenó: ---Llevad allá uno de los sacerdotes deportados de Samaría, para que se establezca allí y les enseñe los ritos del dios del país. [28] Uno de los sacerdotes deportados de Samaría fue entonces a establecerse en Betel, y les enseñó cómo había que dar culto al Señor. [29] Pero todos aquellos pueblos se fueron haciendo sus dioses, y cada uno en la ciudad donde vivía los puso en las ermitas de los altozanos que habían construido los de Samaría: [30] los de Babilonia hicieron a Sucot-Benot; los de Cutá, a Nergal; los de Jamat, a Asima; [31] los de Avá, a Nibjás y Tartac; los de Sefarvain sacrificaban a sus hijos en la hoguera en honor de sus dioses Adramélec y Anamélec. [32] También daban culto al Señor; nombraron sacerdotes a gente de la masa del pueblo, para que oficiaran en las ermitas de los altozanos. [33] De manera que daban culto al Señor y a sus dioses, según la religión del país de donde habían venido. [34] Hasta hoy vienen haciendo según sus antiguos ritos; no veneran al Señor ni proceden según sus mandatos y preceptos, según la ley y la norma dada por el Señor a los hijos de Jacob, al que impuso el nombre de Israel. [35] El Señor había hecho un pacto con ellos y les había mandado: ---No veneréis a otros dioses, ni los adoréis, ni les deis culto, ni les ofrezcáis sacrificios, [36] sino que habéis de venerar al Señor, que os sacó de Egipto con gran fuerza y brazo extendido; a él adoraréis y a él ofreceréis sacrificios. [37] Cuidad de poner siempre por obra los preceptos y normas, la ley y los mandatos que os ha dado por escrito. No veneréis a otros dioses. [38] No olvidéis el pacto que ha hecho con vosotros. [39] No veneréis a otros dioses, sino al Señor, vuestro Dios, y él os librará de vuestros enemigos.[40] Pero no hicieron caso, sino que procedieron según sus antiguos ritos. [41] Así, aquella gente honraba al Señor y daba culto a sus ídolos. Y sus descendientes siguen hasta hoy haciendo lo mismo que sus antepasados.
Segundo libro de los reyes capítulo 18
[1] Ezequías, hijo de Acaz, subió al trono de Judá el año tercero del reinado de Oseas de Israel, hijo de Elá. [2] Cuando subió al trono tenía veinticinco años, y reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre se llamaba Abí, hija de Zacarías. [3] Hizo lo que el Señor aprueba, igual que su antepasado David. [4] Suprimió las ermitas de los altozanos, destrozó los cipos, rompió las estelas y trituró la serpiente de bronce que había hecho Moisés porque los israelitas seguían todavía quemándole incienso; la llamaban Nejustán. [5] Puso su confianza en el Señor, Dios de Israel, y no tuvo comparación con ninguno de los reyes que hubo en Judá, antes o después de él. [6] Se adhirió al Señor, sin apartarse de él, y cumplió los mandamientos que el Señor había dado a Moisés. [7] El Señor estuvo con él, y así tuvo éxito en todas sus empresas. Se rebeló contra el rey de Asiria y no le rindió vasallaje. [8] Derrotó a los filisteos hasta Gaza, devastando todo su territorio, desde las torres de vigilancia hasta las plazas fuertes. [9] El año cuarto del reinado de Ezequías, que corresponde al séptimo del reinado de Oseas de Israel, hijo de Elá, Salmanasar, rey de Asiria, atacó a Samaría y la sitió. [10] Al cabo de tres años, el año sexto de Ezequías, que corresponde al noveno de Oseas de Israel, la conquistó. [11] El rey de Asiria, deportó a los israelitas a Asiria y los instaló en Jalaj, junto al Jabor, río de Gozán, y en las poblaciones de Media, [12] por no haber obedecido al Señor, su Dios, y haber quebrantado su pacto; no obedecieron ni cumplieron lo que les había mandado Moisés, siervo del Señor. [13] El año catorce del reinado de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, atacó todas las plazas fuertes de Judá, y las conquistó. [14] Entonces Ezequías mandó a Laquis este mensaje para el rey de Asiria: Soy culpable. Retírate y te pagaré la multa que me impongas. El rey asirio impuso a Ezequías de Judá el pago de nueve mil kilos de plata y novecientos kilos de oro. [15] Ezequías le entregó toda la plata que había en el templo y en el tesoro de palacio. [16] Fue en aquella ocasión cuando Ezequías rompió las puertas del santuario y los pilares que Azarías de Judá había recubierto de oro, y se los entregó al rey de Asiria. [17] Desde Laquis, el rey de Asiria despachó al general en jefe, al jefe de eunucos y al copero mayor para que fueran con un fuerte destacamento a Jerusalén, al rey Ezequías. Fueron, y cuando llegaron a Jerusalén se detuvieron ante el Canal de la Alberca de Arriba, que queda junto a la calzada del Campo del Batanero. [18] Llamaron al rey, y salieron a recibirlos Eliacín, hijo de Jelcías, mayordomo de palacio; Sobná, el secretario, y el heraldo Yoaj, hijo de Asaf. [19] El copero mayor les dijo: ---Decid a Ezequías: Así dice el emperador, el rey de Asiria: ¿En qué fundas tu confianza? [20] Tú piensas que la estrategia y la valentía militares son cuestión de palabras. ¿En quién confías para rebelarte contra mí? [21] ¿Te fías de ese bastón de caña quebrada que es Egipto? Al que se apoya en él, se le clava en la mano y se la atraviesa; eso es el faraón para los que confían en él. [22] Y si me replicas: yo confío en el Señor, nuestro Dios, ¿no es ése el dios cuyas ermitas y altares ha suprimido Ezequías, exigiendo a Judá y a Jerusalén que se postren ante ese altar en Jerusalén? [23] Por tanto, haz una apuesta con mi señor, el rey de Asiria, y te daré dos mil caballos, si es que tienes quien los monte. [24] ¿Cómo te atreves a desairar a uno de los últimos siervos de mi señor, confiando en que Egipto te proporcionará carros y jinetes? [25] ¿Te crees que he subido a arrasar esta ciudad sin consultar con el Señor? Fue el Señor quien me dijo que subiera a devastar este país. [26] Eliacín, hijo de Jelcías, Sobná y Yoaj dijeron al copero mayor: ---Por favor, háblanos en arameo, que lo entendemos. No nos hables en hebreo, ante la gente que está en las murallas. [27] Pero el copero les replicó: ---¿Crees que mi señor me ha enviado para que os comunique solamente a ti y a tu señor este mensaje? También es para los hombres que están en la muralla, y que con vosotros tendrán que comer su excremento y beber su orina. [28] E, irguiéndose, gritó a voz en cuello, en hebreo: ---¡Escuchad las palabras del emperador, rey de Asiria! [29] Así dice el rey: Que no os engañe Ezequías, porque no podrá librarlos de mi mano. [30] Que Ezequías no os haga confiar en el Señor, diciendo: el Señor nos librará y no entregará esta ciudad al rey de Asiria. [31] No hagáis caso a Ezequías, porque esto dice el rey de Asiria: rendíos y haced la paz conmigo, y cada uno comerá de su viña y de su higuera y beberá de su pozo, [32] hasta que llegue yo para llevarlos a una tierra como la vuestra, tierra de trigo y vino nuevo, tierra de pan y viñedos, tierra de aceite y miel, para que viváis y no muráis. No hagáis caso de Ezequías, que os engaña, diciendo: el Señor nos librará. [33] ¿Acaso los dioses de las naciones han librado a sus países de la mano del rey de Asiria? [34] ¿Dónde están los dioses de Jamat y Arpad, los dioses de Sefarvain, Hená y Avá? ¿Han librado a Samaría de mi poder? [35] ¿Qué dios de esos países ha podido librar sus territorios de mi mano? ¿Y va el Señor a librar de mi mano a Jerusalén? [36] Todos callaron y no respondieron. Tenían consigna del rey de no responder. [37] Eliacín, hijo de Jelcías, mayordomo de palacio; Sobná, el secretario, y el heraldo Yoaj, hijo de Asaf, se presentaron al rey con las vestiduras rasgadas, y le comunicaron las palabras del copero mayor.
Segundo libro de los reyes capítulo 19
[1] Cuando el rey Ezequías lo oyó, se rasgó las vestiduras, se vistió un sayal y fue al templo; [2] y despachó a Eliacín, mayordomo de palacio; a Sobná, el secretario, y a los sacerdotes más ancianos, vestidos de sayal, para que fueran a decirle al profeta Isaías, hijo de Amós: [3] ---Así dice Ezequías: Hoy es un día de angustia, de castigo y de vergüenza; los hijos llegan al parto y no hay fuerza para darlos a luz. [4] Ojalá oiga el Señor, tu Dios, las palabras del copero mayor, a quien su señor, el rey de Asiria, ha enviado para ultrajar al Dios vivo, y castigue las palabras que el Señor, tu Dios, ha oído. ¡Reza por el resto que todavía subsiste! [5] Los ministros del rey Ezequías se presentaron a Isaías,[6] y éste les dijo: ---Decid a vuestro señor: Así dice el Señor: No te asustes por esas palabras que has oído, por las blasfemias de los criados del rey de Asiria. [7] Yo mismo le meteré un espíritu, y cuando oiga cierta noticia, se volverá a su país, y allí lo haré morir a espada. [8] El copero mayor regresó y encontró al rey de Asiria combatiendo contra Libna, porque había oído que se había retirado de Laquis [9] al recibir la noticia de que Tarjaca, rey de Etiopía, había salido para luchar contra él. Senaquerib envió de nuevo mensajeros a Ezequías a decirle: [10] ---Decid a Ezequías, rey de Judá: Que no te engañe tu Dios, en quien confías, pensando que Jerusalén no caerá en manos del rey de Asiria. [11] Tú mismo has oído cómo han tratado los reyes de Asiria a todos los países: exterminándolos, ¿y tú te vas a librar? [12] ¿Los salvaron a ellos los dioses de los pueblos que destruyeron mis predecesores: Gozán, Jarán, Résef, y los edenitas de Telasar? [13] ¿Dónde está el rey de Jamat, el rey de Arpad, el rey de Sefarvain, de Hená y de Avá?[14] Ezequías tomó la carta de mano de los mensajeros y la leyó; después subió al templo, la desplegó ante el Señor [15] y oró: Señor, Dios de Israel, sentado sobre querubines: Tú solo eres el Dios de todos los reinos del mundo. Tú hiciste el cielo y la tierra. [16] Inclina tu oído, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira. Escucha el mensaje que ha enviado Senaquerib para ultrajar al Dios vivo. [17] Es verdad, Señor: los reyes de Asiria han asolado todos los países y su territorio, [18] han quemado todos sus dioses --porque no son dioses, sino hechura de manos humanas, madera y piedra-- y los han destruido. [19] Ahora, Señor, Dios nuestro sálvanos de su mano para que sepan todos los reinos del mundo que tú solo, Señor, eres Dios. [20] Isaías, hijo de Amós, mandó decir a Ezequías: ---Así dice el Señor, Dios de Israel: He oído lo que me pides acerca de Senaquerib, rey de Asiria. [21] Ésta es la palabra que el Señor pronuncia contra él: Te desprecia y se burla de ti la doncella, la ciudad de Sión; menea la cabeza a tu espalda la ciudad de Jerusalén. [22] ¿A quién has ultrajado e insultado, contra quién has alzado la voz y levantado tus ojos a lo alto? ¡Contra el Santo de Israel! [23] Por medio de tus mensajeros has ultrajado al Señor, has dicho: Con mis numerosos carros he subido a las cimas de los montes, a las cumbres del Líbano; he talado sus más altos cedros y sus mejores cipreses; entré en su último reducto, en la espesura de su bosque. [24] Alumbré y bebí aguas extranjeras, sequé bajo la planta de mis pies todos los canales de Egipto. [25] Pero, ¿no lo has oído? Desde antiguo lo decidí, en tiempos remotos lo preparé y ahora lo realizo; por eso tú reduces sus plazas fuertes a montones de escombros.[26] Sus habitantes, faltos de fuerza, con la vergüenza de la derrota, fueron como pasto del campo, como verde de los prados, como la hierba de las azoteas, que se quema antes de crecer. [27] Sé cuándo te sientas y cuándo te levantas, cuándo entras y sales; [28] porque te agitas contra mí y tu arrogancia sube a mis oídos, te pondré mi argolla en la nariz y mi freno en el hocico, y te llevaré por el camino por donde viniste. [29] Esto te servirá de señal: Éste año comeréis el grano abandonado; el año que viene, lo que brote sin sembrar; el año tercero sembraréis y segaréis plantaréis viñas y comeréis sus frutos. [30] De nuevo el resto de la Casa de Judá echará raíces por abajo y dará frutos por arriba; [31] porque de Jerusalén saldrá un resto, del monte Sión los sobrevivientes. ¡El celo del Señor lo cumplirá! [32] Por eso así dice el Señor acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, no disparará contra ella su flecha, no se acercará con escudo ni levantará contra ella un talud; [33] por el camino por donde vino se volverá, pero no entrará en esta ciudad --oráculo del Señor--. [34] Yo defenderé a esta ciudad para salvarla, por mi honor y el de David, mi siervo. [35] Aquella misma noche salió el ángel del Señor e hirió en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil hombres. Por la mañana, al despertar, los encontraron ya cadáveres. [36] Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, se volvió a Nínive y se quedó allí. [37] Y un día, mientras estaba postrado en el templo de su dios Nisroc, Adramélec y Saréser lo asesinaron, y escaparon al territorio de Ararat. Su hijo Asaradón le sucedió en el trono.
Segundo libro de los reyes capítulo 20
[1] En aquel tiempo, Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a visitarlo, y le dijo: ---Así dice el Señor: Haz testamento porque vas a morir sin remedio. [2] Entonces Ezequías volvió la cara a la pared y oró al Señor: [3] ---Señor, recuerda que he caminado en tu presencia con corazón sincero e íntegro y que he hecho lo que te agrada. Y lloró con largo llanto. [4] Pero no había salido Isaías del patio central, cuando recibió esta Palabra del Señor: [5] ---Vuelve a decirle a Ezequías, jefe de mi pueblo: Así dice el Señor, Dios de tu padre David: He escuchado tu oración, he visto tus lágrimas. Mira, voy a sanarte: dentro de tres días podrás subir al templo; [6] y añado a tus días otros quince años. Te libraré de las manos del rey de Asiria, a ti y a esta ciudad; protegeré a esta ciudad, por mí y por mi siervo David. [7] Isaías ordenó: ---Usad un emplasto de higos; que lo apliquen a la herida, y sanará. [8] Ezequías le preguntó: ---¿Y cuál es la señal de que el Señor me va a sanar y dentro de tres días podré subir al templo? [9] Isaías respondió: ---Ésta es la señal de que el Señor cumplirá la palabra dada: ¿Quieres que la sombra adelante diez grados o que atrase diez? [10] Ezequías comentó: ---Es fácil que la sombra adelante diez grados, lo difícil es que atrase diez. [11] El profeta Isaías clamó al Señor, y el Señor hizo que la sombra atrasase diez grados en el reloj de Acaz. [12] En aquel tiempo, Merodac Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y regalos al rey Ezequías cuando se enteró de que se había restablecido de su enfermedad. [13] Ezequías se alegró y enseñó a los mensajeros su tesoro: la plata y el oro, los bálsamos y ungüentos, toda la vajilla y cuanto había en sus depósitos. No quedó nada en su palacio y en sus dominios que Ezequías no les enseñase. [14] Pero el profeta Isaías se presentó al rey Ezequías y le dijo: ---¿Qué ha dicho esa gente, y de dónde vienen a visitarte? Ezequías contestó: ---Han venido de un país lejano: de Babilonia. [15] Isaías preguntó: ---¿Qué han visto en tu casa? Ezequías dijo: ---Todo. No he dejado ninguno de mis tesoros sin enseñar. [16] Entonces Isaías le dijo: ---Escucha la Palabra del Señor: [17] Mira, llegarán días en que se llevarán a Babilonia todo lo que hay en tu palacio, cuanto atesoraron tus abuelos hasta hoy. No quedará nada, dice el Señor. [18] Y a los hijos que salieron de ti, que tú engendraste, se los llevarán a Babilonia para que sirvan como palaciegos del rey. [19] Ezequías dijo: ---Es auspiciosa la Palabra del Señor que has pronunciado, porque se decía a sí mismo: Mientras yo viva, habrá paz y seguridad. [20] Para más datos sobre Ezequías y sus victorias y las obras que hizo: la alberca y el canal que construyó para llevar el agua a la ciudad, véanse los Anales del reino de Judá. [21] Ezequías murió, y su hijo Manasés le sucedió en el trono.
Segundo libro de los reyes capítulo 21[1] Cuando Manasés subió al trono tenía doce años, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Su madre se llamaba Jepsibá. [2] Hizo lo que el Señor reprueba, imitando las costumbres abominables de las naciones que el Señor había expulsado ante los israelitas. [3] Reconstruyó las ermitas de los altozanos que su padre, Ezequías, había hecho destruir, levantó altares a Baal y erigió una estela, igual que hizo Acaz de Israel; adoró y dio culto a todo el ejército del cielo; [4] puso altares en el templo del Señor, del que había dicho el Señor: Pondré mi nombre en Jerusalén; [5] edificó altares a todo el ejército del cielo en los dos atrios del templo, [6] sacrificó a su hijo en la hoguera; practicó la adivinación y la magia; instituyó nigromantes y adivinos. Hacía continuamente lo que el Señor reprueba, irritándolo. [7] La imagen de Astarté que había fabricado la colocó en el templo del que el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: En este templo y en Jerusalén, a la que elegí entre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre;[8] ya no dejaré que Israel ande errante, lejos de la tierra que di a sus padres, a condición de que pongan por obra cuanto les mandé, siguiendo la ley que les promulgó mi siervo Moisés. [9] Pero ellos no hicieron caso. Y Manasés los extravió, para que se portasen peor que las naciones a las que el Señor había exterminado ante los israelitas. [10] El Señor dijo entonces por sus siervos los profetas: [11] ---Puesto que Manasés de Judá ha hecho esas cosas abominables, se ha portado peor que los amorreos que le precedieron y ha hecho pecar a Judá con sus ídolos; [12] así dice el Señor, Dios de Israel: Yo voy a traer sobre Jerusalén y Judá tal catástrofe, que al que lo oiga le retumbarán los oídos. [13] Extenderé sobre Jerusalén el cordel como hice en Samaría, el mismo nivel con que medí a la dinastía de Ajab, y fregaré a Jerusalén como a un plato, que se friega por delante y por detrás. [14] Desecharé al resto de mi heredad, lo entregaré en poder de sus enemigos, será presa y botín de sus enemigos, [15] porque han hecho lo que yo repruebo, me han irritado desde el día en que sus padres salieron de Egipto hasta hoy. [16] Además, Manasés derramó ríos de sangre inocente, de forma que inundó Jerusalén de punta a punta, aparte del pecado que hizo cometer a Judá haciendo lo que el Señor reprueba. [17] Para más datos sobre Manasés y los crímenes que cometió, véanse los Anales del reino de Judá. [18] Manasés murió, y lo enterraron en el jardín de su palacio, el jardín de Uzá. Su hijo Amón le sucedió en el trono. [19] Cuando Amón subió al trono tenía veintidós años, y reinó en Jerusalén dos años. Su madre se llamaba Mesulémet, hija de Jarús, natural de Yotbá. [20] Hizo lo que el Señor reprueba, igual que su padre, Manasés; [21] imitó a su padre: dio culto y adoró a los mismos ídolos que su padre; [22] dejó al Señor, Dios de sus padres, no caminó por sus sendas. [23] Sus cortesanos conspiraron contra él y lo asesinaron en el palacio; [24] pero la población mató a los conspiradores, y nombraron rey sucesor a Josías, hijo de Amón. [25] Para más datos sobre Amón y sus empresas, véanse los Anales del reino de Judá. [26] Lo enterraron en su sepultura del jardín de Uzá. Su hijo Josías le sucedió en el trono.
Segundo libro de los reyes capítulo 22[1] Cuando Josías subió al trono tenía dieciocho años, y reinó treinta y un años en Jerusalén. Su madre se llamaba Yedidá, hija de Adaya, natural de Boscat. [2] Hizo lo que el Señor aprueba. Siguió el camino de su antepasado David, sin desviarse a derecha ni izquierda. [3] El año dieciocho de su reinado mandó al secretario Safán, hijo de Asalías, hijo de Musulán, que fuera al templo con este encargo: [4] ---Preséntate al sacerdote Jelcías; que tenga preparado el dinero ingresado en el templo por las colectas que los porteros hacen entre la gente. [5] Que se lo entreguen a los encargados de las obras del templo, para que lo repartan a los obreros que trabajan en el templo reparando los desperfectos del edificio [6] --carpinteros, albañiles y tapiadores-- o para comprar madera y sillares para reparar el edificio. [7] Pero que no les pidan cuentas del dinero que les entregan, porque se portan con honradez. [8] El sumo sacerdote Jelcías, dijo al cronista Safán: ---He encontrado en el templo el libro de la ley. [9] Entregó el libro a Safán, y éste lo leyó. Luego fue a dar cuenta al rey: ---Tus siervos han juntado el dinero que había en el templo y se lo han entregado a los encargados de las obras. [10] Y le comunicó la noticia: ---El sacerdote Jelcías me ha dado un libro. Safán lo leyó ante el rey, [11] y cuando el rey oyó el contenido del libro de la ley, se rasgó las vestiduras [12] y ordenó al sacerdote Jelcías; a Ajicán, hijo de Safán; a Acbor, hijo de Miqueas; al cronista Safán, y a Asaías, funcionario real: [13] ---Id a consultar al Señor por mí y por el pueblo y por todo Judá a propósito de este libro que han encontrado; porque el Señor estará enfurecido contra nosotros, porque nuestros padres no obedecieron los mandatos de este libro cumpliendo lo prescrito en él. [14] Entonces el sacerdote Jelcías, Ajicán, Acbor, Safán y Asaías fueron a ver a la profetisa Julda, esposa de Salún, el guardarropa, hijo de Ticua de Jarjás. Julda vivía en Jerusalén, en el Barrio Nuevo. Le expusieron el caso, [15] y ella les respondió: ---Así dice el Señor, Dios de Israel: Decidle al que os ha enviado:[16] Así dice el Señor: Yo voy a traer la desgracia sobre este lugar y todos sus habitantes: todas las maldiciones de este libro que ha leído el rey de Judá; [17] por haberme abandonado y haber quemado incienso a otros dioses, irritándome con sus ídolos, está ardiendo mi cólera contra este lugar, y no se apagará. [18] Y al rey de Judá, que os ha enviado a consultar al Señor, decidle: Así dice el Señor, Dios de Israel: [19] Porque tu corazón se ha conmovido y te has humillado delante el Señor al oír mi amenaza contra este lugar y sus habitantes, que serán objeto de espanto y de maldición; porque te has rasgado las vestiduras y llorado en mi presencia, también yo te escucho --oráculo del Señor--. [20] Por eso, cuando yo te reúna con tus padres, te enterrarán en paz, sin que llegues a ver con tus ojos la desgracia que voy a traer a este lugar. Ellos llevaron la respuesta al rey.
Segundo libro de los reyes capítulo 23[1] El rey ordenó que se presentasen ante él todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. [2] Luego subió al templo, acompañado de todos los judíos y los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, chicos y grandes. El rey les leyó el libro de la alianza encontrado en el templo. [3] Después, en pie sobre el estrado, selló ante el Señor la alianza, comprometiéndose a seguirle y cumplir sus preceptos, normas y mandatos, con todo el corazón y con toda el alma, cumpliendo las cláusulas de la alianza escritas en aquel libro. El pueblo entero suscribió la alianza. [4] Luego mandó el rey al sumo sacerdote Jelcías, al vicario y a los porteros que sacaran del templo todos los utensilios fabricados para Baal, Astarté y todo el ejército del cielo. Los quemó fuera de Jerusalén, en los campos del Cedrón, y llevaron las cenizas a Betel. [5] Suprimió a los sacerdotes establecidos por los reyes de Judá para quemar incienso en los altozanos de las poblaciones de Judá y alrededores de Jerusalén, y a los que ofrecían incienso a Baal, al sol y a la luna, a los signos del zodíaco y al ejército del cielo. [6] Sacó del templo la estela y la llevó fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón la quemó junto al torrente y la redujo a cenizas, que echó a la fosa común. [7] Derribó las habitaciones del templo dedicadas a la prostitución sagrada, donde las mujeres tejían mantos para Astarté. [8] Hizo venir de las poblaciones de Judá a todos los sacerdotes y, desde Guibeá hasta Berseba, profanó los altozanos donde estos sacerdotes ofrecían incienso. Derribó la capilla de los sátiros que había a la entrada de la puerta de Josué, gobernador de la ciudad, a mano izquierda según se entra. [9] Pero a los sacerdotes de las ermitas no se les permitía subir al altar del Señor en Jerusalén, sino que sólo comían panes ázimos entre sus hermanos. [10] Profanó el horno del valle de Ben-Hinón, para que nadie quemase a su hijo o su hija en honor de Moloc. [11] Hizo desaparecer los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al sol, en la entrada del templo, junto a la habitación del eunuco Natanmélec, en las dependencias del templo; quemó el carro del sol. [12] También derribó los altares en la azotea de la galería de Acaz, construidos por los reyes de Judá, y los altares construidos por Manasés en los dos atrios del templo; los trituró y esparció el polvo en el torrente Cedrón. [13] Profanó las ermitas que miraban a Jerusalén, al sur del monte de los Olivos, construidas por Salomón, rey de Israel, en honor de Astarté, ídolo abominable de los fenicios; Camós, ídolo abominable de Moab y Milcom, ídolo abominable de los amonitas. [14] Destrozó los cipos, cortó las estelas y llenó su emplazamiento con huesos humanos. [15] Derribó también el altar de Betel y el santuario construido por Jeroboán, hijo de Nabat, con el que hizo pecar a Israel. Lo trituró hasta reducirlo a polvo, y quemó la estela. [16] Al darse la vuelta, Josías vio los sepulcros que había allí en el monte; entonces envió a recoger los huesos de aquellos sepulcros, los quemó sobre el altar y los profanó, según la Palabra del Señor anunciada por el profeta, cuando Jeroboán, en la fiesta, estaba en pie ante el altar. Al darse la vuelta, el rey levantó la vista hacia el sepulcro del profeta que había anunciado estos sucesos, [17] y preguntó: ---¿Qué es aquel mausoleo que estoy viendo? Los de la ciudad le respondieron: ---Es el sepulcro del profeta que vino de Judá y anunció lo que acabas de hacer con el altar de Betel. [18] Entonces el rey ordenó: ---¡Dejadlo! Que nadie remueva sus huesos. Así se conservaron sus huesos junto con los del profeta que había venido de Samaría. [19] Josías hizo desaparecer también todas las ermitas de los altozanos que había en las poblaciones de Samaría, construidas por los reyes de Israel para irritar al Señor; hizo con ellos lo mismo que en Betel. [20] Sobre los altares degolló a los sacerdotes de las ermitas que había allí, y quemó encima huesos humanos. Luego se volvió a Jerusalén, [21] y ordenó al pueblo: ---Celebrad la Pascua en honor del Señor, vuestro Dios, como está prescrito en este libro de la alianza. [22] No se había celebrado una Pascua semejante desde el tiempo en que los jueces gobernaban a Israel ni durante todos los reyes de Israel y Judá. [23] Fue el año dieciocho del reinado de Josías cuando se celebró aquella Pascua en Jerusalén en honor del Señor. [24] Para cumplir las cláusulas de la ley, escritas en el libro que el sacerdote Jelcías encontró en el templo, Josías extirpó también a los nigromantes y adivinos, ídolos, fetiches y todas las monstruosidades que se veían en territorio de Judá y en Jerusalén. [25] Ni antes ni después hubo un rey como él, que se convirtiera al Señor con todo el corazón, con toda el alma y con todas sus fuerzas, conforme en todo con la ley de Moisés. [26] Sin embargo, el Señor no aplacó su furor contra Judá, por lo mucho que le había irritado Manasés. [27] El Señor dijo: ---También a Judá la apartaré de mi presencia, como hice con Israel; y repudiaré a Jerusalén, mi ciudad elegida, y al templo en que determiné establecer mi Nombre. [28] Para más datos sobre Josías y sus empresas, véanse los Anales del reino de Judá. [29] En su tiempo, el faraón Necó, rey de Egipto, subió a ver al rey de Asiria, camino del Éufrates. El rey Josías salió a hacerle frente, y Necó lo mató en Meguido, al primer encuentro. [30] Sus siervos pusieron el cadáver en un carro, lo trasladaron de Meguido a Jerusalén y lo enterraron en su sepulcro. Entonces la gente tomó a Joacaz, hijo de Josías, lo ungieron y lo nombraron rey sucesor. [31] Cuando Joacaz subió al trono tenía veintitrés años, y reinó tres meses en Jerusalén. Su madre se llamaba Jamutal, hija de Jeremías, natural de Libna. [32] Joacaz hizo lo que el Señor reprueba, igual que sus antepasados. [33] El faraón Necó lo encarceló en Ribla, provincia de Jamat, para impedirle reinar en Jerusalén, e impuso al país un tributo de tres mil kilos de plata y treinta de oro. [34] El faraón Necó nombró rey a Eliacín, hijo de Josías, como sucesor de su padre, Josías, y le cambió el nombre por el de Joaquín. A Joacaz se lo llevó a Egipto, donde murió. [35] Joaquín entregó al faraón la plata y el oro, pero para ello tuvo que imponer una contribución a la nación: cada uno, según su tarifa, pagó la plata y el oro que había que entregar al faraón. [36] Cuando Joaquín subió al trono tenía veinticinco años, y reinó once años en Jerusalén. Su madre se llamaba Zebida, hija de Fedayas, natural de Rumá. [37] Hizo lo que el Señor reprueba, igual que sus antepasados.
Segundo libro de los reyes capítulo 24[1] Durante su reinado, Nabucodonosor, rey de Babilonia, hizo una expedición militar, y Joaquín le quedó sometido por tres años. Pero se le rebeló. [2] Entonces el Señor mandó contra él guerrillas de caldeos y sirios, moabitas y amonitas; los envió contra Judá para aniquilarla, conforme a la palabra que había pronunciado por sus siervos los profetas. [3] Eso le sucedió a Judá por orden del Señor, para apartarla de su presencia por los pecados que había cometido Manasés, [4] y por la sangre inocente que derramó hasta inundar a Jerusalén; el Señor no quiso perdonar. [5] Para más datos sobre Joaquín y sus empresas, véanse los Anales del reino de Judá. [6] Joaquín murió, y su hijo Jeconías le sucedió en el trono. [7] El rey de Egipto no volvió a salir de su país, porque el rey de Babilonia se había apoderado de las antiguas posesiones del rey de Egipto, desde el Nilo hasta el Éufrates. [8] Cuando Jeconías subió al trono tenía dieciocho años, y reinó tres meses en Jerusalén. Su madre se llamaba Nejustá, hija de Elnatán, natural de Jerusalén. [9] Hizo lo que el Señor reprueba, igual que su padre. [10] En aquel tiempo, los oficiales de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén y la cercaron. [11] Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén cuando sus oficiales la tenían cercada. [12] Jeconías de Judá se rindió al rey de Babilonia, con su madre, sus ministros, generales y funcionarios. El rey de Babilonia los apresó el año octavo de su reinado. [13] Se llevó los tesoros del templo y de palacio, y destrozó todos los utensilios de oro que Salomón, rey de Israel, había hecho para el templo según las órdenes del Señor. [14] Deportó a todo Jerusalén, los generales, los ricos --diez mil deportados--, los herreros y cerrajeros; sólo quedó la plebe. [15] Nabucodonosor deportó a Jeconías a Babilonia. Llevó deportados de Jerusalén a Babilonia al rey, la reina madre y sus mujeres, sus funcionarios y grandes del reino, [16] todos los ricos --siete mil deportados--, los herreros y cerrajeros --mil deportados--, todos aptos para la guerra. [17] En su lugar nombró rey a su tío Matanías, y le cambió el nombre en Sedecías. [18] Cuando Sedecías subió al trono tenía veintiún años, y reinó once años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jamutal, hija de Jeremías, natural de Libna. [19] Hizo lo que el Señor reprueba, igual que había hecho Joaquín. [20] Eso le sucedió a Jerusalén y Judá por la cólera del Señor, hasta que las arrojó de su presencia. Sedecías se rebeló contra el rey de Babilonia.
Segundo libro de los reyes capítulo 25[1] Pero el año noveno de su reinado, el día diez del décimo mes, Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén con todo su ejército, acampó frente a ella y construyó torres de asalto alrededor. [2] La ciudad quedó sitiada hasta el año once del reinado de Sedecías, [3] el día noveno del mes cuarto. El hambre apretó en la ciudad, y no había pan para la población. [4] Se abrió brecha en la ciudad, y los soldados huyeron de noche, por la puerta entre las dos murallas, junto a los jardines reales, mientras los caldeos rodeaban la ciudad, y se marcharon por el camino de la estepa. [5] El ejército caldeo persiguió al rey; lo alcanzaron en la estepa de Jericó, mientras sus tropas se dispersaban, abandonándolo. [6] Apresaron al rey, y se lo llevaron al rey de Babilonia, que estaba en Ribla, y lo procesó. [7] A los hijos de Sedecías los hizo ajusticiar ante su vista; a Sedecías lo cegó, le echó cadenas de bronce y lo llevó a Babilonia. [8] El día primero del quinto mes --que corresponde al año diecinueve del renado de Nabucodonosor en Babilonia-- llegó a Jerusalén Nabusardán, jefe de la guardia, funcionario del rey de Babilonia. [9] Incendió el templo, el palacio real y las casas de Jerusalén, y puso fuego a todos los palacios. [10] El ejército caldeo, a las órdenes del jefe de la guardia, derribó las murallas que rodeaban a Jerusalén. [11] Nabusardán, jefe de la guardia, se llevó cautivos al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de la plebe. [12] De la clase baja dejó algunos, como viñadores y hortelanos. [13] Los caldeos rompieron las columnas de bronce, los palanganeros y el depósito de bronce que había en el templo, para llevarse el bronce a Babilonia. [14] También llevaron los calderos, paletas, cuchillos, bandejas y todos los utensilios de bronce que servían para el culto. [15] El jefe de la guardia tomó los incensarios e hisopos, y todo lo que había, en dos lotes, de oro y de plata, [16] y las dos columnas, el depósito y los pedestales que había hecho Salomón para el templo; era imposible calcular lo que pesaba el bronce de aquellos objetos; [17] cada columna medía nueve metros y estaba rematada por un capitel de bronce de metro y medio de altura, adornado con trenzados y granadas alrededor, todo de bronce. [18] El jefe de la guardia apresó al sumo sacerdote, Serayas, al vicario Sofonías y a los tres porteros; [19] en la ciudad, apresó también a un dignatario jefe del ejército y a cinco hombres del servicio personal del rey, que se encontraban en la ciudad; al secretario del general en jefe, que había hecho la leva de los terratenientes, y a sesenta ciudadanos que se encontraban en la ciudad. [20] Nabusardán, jefe de la guardia, los apresó y se los llevó al rey de Babilonia, a Ribla.[21] El rey de Babilonia los hizo ejecutar en Ribla, provincia de Jamat. Así marchó Judá al destierro. [22] Nabucodonosor, rey de Babilonia, nombró a Godolías, hijo de Ajicán, hijo de Safán, gobernador de los que quedaban en territorio de Judá, la gente que él dejaba. [23] Cuando los capitanes y sus hombres oyeron que el rey de Babilonia había nombrado gobernador a Godolías, fueron a Mispá, a visitarlo, Ismael, hijo de Natanías; Juan, hijo de Carej; Serayas, hijo de Tanjumet, el netofateo, y Yezanías, de Maacá; todos ellos con sus hombres. [24] Godolías les juró: ---No temáis someteros a los caldeos. Estableceos en el país, obedeced al rey de Babilonia y os irá bien. [25] Pero al séptimo mes, Ismael, hijo de Natanías, hijo de Elisamá, de sangre real, llegó con diez hombres y asesinó a Godolías y a los judíos y caldeos de su séquito en Mispá. [26] Todo el pueblo, chicos y grandes, con los capitanes, emprendieron la huida a Egipto, por miedo a los caldeos. [27] El año treinta y siete del destierro de Jeconías de Judá, el día veinticuatro del mes doce, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el año de su subida al trono, concedió gracia a Jeconías de Judá y lo sacó de la cárcel. [28] Le prometió su favor y colocó su trono más alto que los de los otros reyes que había con él en Babilonia. [29] Le cambió el traje de preso y le hizo comer a su mesa mientras vivió. [30] Y mientras vivió se le pasaba una pensión diaria de parte del rey.

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